La firma invitada

Antonio / Romero-Haupold Caballero

Los 420 euros, un misterio sin resolver

Amenudo se ha dicho que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Por ello los últimos comentarios sobre Cádiz vertidos en la CEOE pueden resultar especialmente hirientes para todos aquellos que están luchando para que esta tierra salga adelante tras la crisis. El dato no puede ser más triste: sólo 170 parados se han acogido a las ayudas de 420 euros en una de las provincias, Cádiz, con más desempleo de España. La simplificación no puede ser más dañina: los gaditanos no quieren trabajar.

Desgraciadamente, no es la primera vez que tengo que escuchar insinuaciones del tipo de "los gaditanos son unos vagos". Que si Opel no se instaló en Cádiz porque le hicieron fotos a los trabajadores de Astilleros pescando en horas de trabajo. Que si Delphi dejó Cádiz por el absentismo que sufría en carnavales. Que si en Cádiz las depresiones, aunque numerosas, no son peligrosas porque los deprimidos, más que buscar tirarse puente abajo, lo que buscan es darse de baja durante el puente para pasarlo tirado (en su casa a la bartola, se entiende). Llevamos tanto tiempo así que ya casi nos hemos acostumbrado.

Hasta ahora no le había hecho mucho caso a estos comentarios porque siempre he creído que tenían su raíz en la envidia. Estos 'comepeces' de Madrid envidian nuestra comida, nuestra forma de vivir e incluso a nosotros. Además, en época de bonanza tampoco importa demasiado porque hay para todos. Pero creo que, por lo menos en mi caso, esta ha podido ser la paja que le rompe la espalda al mulo. Lo malo de esta historia es que, en época de escasez, los frutos del árbol de la envidia terminan engendrando espinas. En una España de 5 millones de parados, la ciénaga moral en la que nos sumerge el rechazo de los 420 euros por los parados gaditanos, está siendo insondablemente dañina. Estas cosas se extienden como una infección y, sin que nos demos cuenta, Cádiz está perdiendo soporte público y político.

Ejemplos de la importancia que tiene la imagen en la España reciente, tenemos muchos y en todos sentidos: el BNG perdió las elecciones en Galicia por la foto de Quintana en el yate del constructor. Valencia se está comiendo a Barcelona gracias a la buena gestión de su imagen. Bilbao, en cambio, a pesar de los increíbles recursos que tiene, a pesar de tener los recintos feriales más grandes de España, está muerto y su feria es un mausoleo. De todos modos, todo esto no es nuevo. Desde tiempos inmemoriales venimos escuchando eso de que "no es suficiente con que la mujer del César sea honesta, sino que también tiene que parecerlo". Y viendo la enorme repercusión mediática que está teniendo esta noticia, más vale que nos pongamos manos a la obra.

Desde siempre, gobierno, empresarios e incluso los mismos sindicatos hemos estado paralizados. Eternamente atrapados entre los cuernos del mismo dilema: si asumimos como verdad los hechos de los que se nos acusa, malo, porque siempre hay una minoría agresiva que entiende esa postura como un ataque y reacciona violentamente. Y, si disimulamos y no nos damos por enterados, peor, porque permitimos que nuestra tierra, y todas las personas honradas que trabajan en ella, pierdan su buen nombre.

Todo camino empieza por un primer paso y yo creo que nos equivocaríamos si no diésemos nuestro primer paso ahora. Probablemente toque en esta ocasión a los sindicatos explicar el motivo por el que se están rechazando las ayudas de los 420 euros por parte de los parados gaditanos. Que no se ha comunicado bien, que hay que cumplir condiciones de difícil cumplimiento o que esa gente está trabajando en la economía sumergida y cobrando el paro y no les interesa. Lo que sea, pero hay que dar explicaciones.

Pero eso debe ser sólo el principio, los sindicatos no se deben quedar solos, entre otras cosas porque esa responsabilidad no es suya. Es especialmente de nuestra Administración, la que tiene que cuidar del buen nombre de nuestra región. En mi opinión, Cádiz tiene que empezar a hacer sus deberes en serio. Como los hacen los mejores. Para ello nuestros gobernantes deben empezar por convencerse de que tenemos un gran problema y deben además vencer ese pudor que tienen por actuar. Una vez convencidos, lo demás es más fácil. En nuestra tierra tenemos grandes profesionales que sabrían poner nuestra honra donde se merece. Aunque conviene no olvidar que, en nuestros días, con el acceso a la información que todos tenemos, todo el marketing que podamos hacer tiene que ir acompañado del ejemplo. Y si hubiese algún problema como ese de absentismo y de economía sumergida que nos achacan, habría que tomar acciones inmediatas.

Y aquí es donde tenemos que hacer también los deberes los empresarios. No podemos estar con las manos atadas y con miedo. Debemos ser los primeros en cuidar nuestra economía y nuestra imagen. Y no podemos callarnos si hay algo que no funcione en una o en la otra. Porque el que calla, otorga.

De esta forma, si entre todos, además de cuidar el fondo, cuidamos un poco más las formas, la frase "vaguear en Cádiz" dejará de ser una redundancia para mucha gente. Los sindicatos deberían ofrecer información pormenorizada de lo de los 420 euros. El buen nombre de Cádiz, la reputación de sus empresarios y la honra de sus trabajadores parados, lo necesita.

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