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La firma invitada

Flavia Pascariello

Berlusconi y su reino

¿POR qué tras años de legislatura y las consecuencias negativas que se han producido, Italia sigue aceptando a Berlusconi como presidente del Consejo? Parece inexplicable que los italianos hayan podido entregar su país -hasta ahora tres veces- a un hombre que, más que un jefe de Gobierno, parece un payaso mediático.

Soy italiana y, a menudo, me piden que aporte algo de luz a esta cuestión: ¿cómo un hombre tan torpe que, con su actitud y sus comentarios, avergüenza a Italia en Europa y en el mundo, puede ser elegido y reelegido por el pueblo? Contestar no es tan sencillo; se necesita un conocimiento más profundo de la estructura social, cultural y ética de esta nación.

Italia se ha convertido en un país decadente, y Berlusconi es el equivalente de un ídolo chapucero: un hombre que logró construir su imperio gracias a chanchullos y negocios no siempre legales, llegando incluso a comprometerse con organizaciones criminales, y favoreciendo estilos de conducta corruptos y viciados. Una persona condenada por corrupción judiciaria, financiación ilícita a partidos políticos y fraude fiscal, que entró en política justo para aprovecharse de los privilegios parlamentarios con objeto de esquivar la ley; lo que finalmente logró. Un ejemplo ético muy inicuo pero, para una gran parte de la población, también muy fascinante. Si ahora permanece en el Gobierno es porque la mayoría de los italianos se reconoce en sus actitudes, lo cual tiene una explicación: desde siempre los listillos han sido los más atractivos, los más carismáticos; consiguen obtener lo que quieren con un esfuerzo mínimo. Berlusconi es así: elude la ley y se salta todas las normas sociales vigentes; en este sentido, además, ayuda su entorno. Emblemática resulta la participación en el Parlamento italiano de 19 miembros condenados y muchos más a la espera de juicio, la mayoría de los cuales participan en la lista del PdL (Popolo delle Libertà), el partido berlusconiano; algo que sería inconcebible, por ejemplo, en una país como España. Ésto no sólo indica una gran falta de ética, sino también su grado de influencia; estamos hablando del segundo hombre más rico de Italia (según los datos del 2009 aportados por la revista norteamericana Forbes), y que está situado entre los primeros cien más ricos del mundo. Otros datos significativos son los aportados por Freedom House, una fundación conservadora norteamericana vinculada a la AIM, a la Lega Anticomunista Mundial y a la CIA, que publica cada año un informe sobre la libertad de información a nivel mundial. Según estos informes, entre 2001 y 2006, Berlusconi poseía el 90% de los medios de información y la misma Freedom House (todo menos que una institución comunista o de izquierda), consideraba a la nación como "parcialmente libre". Con la elección en 2006 del Gobierno de centro-izquierda, el grado de control de Il Cavaliere disminuyó un poco, hasta el 14 de Abril de 2008, fecha de las elecciones adelantadas, de la caída del Gobierno de Prodi y de su reelección. De todos modos, aunque su capacidad de intervención fuera menor, el Presidente y su empresa Mediaset, siguieron controlando el 87.5% de la cuota de mercado de los medios de comunicación.

Su poder ha ido en aumento también gracias a la falta de agallas de los supuestos partidos de izquierda, que empezaron a derrumbarse a partir de la mitad de los ochenta.

Durante las últimas décadas, Berlusconi consiguió transformar el país transalpino en su terreno de caza. De hecho, ahora Italia es una autarquía mafiosa sostenida por poderes transnacionales: autarquía, porque "Berlusconi y Cía." pueden ser considerados un sistema autosuficiente, el cual se nutre y aprovecha de los recursos proporcionados por la nación y sus ciudadanos; mafiosa, porque el líder de este sistema es un criminal, terriblemente rico y poderoso; y, finalmente, apoyado por poderes transnacionales porque, desgraciadamente, a nivel geopolítico Italia no es el único país marchito: hay más, y entre ellos se huelen, se reconocen y se ayudan.

Obviamente, lo que sucede allí no es el logro de una única persona, sino de un sistema consumido, sin recambio generacional en la política, que no quiere renovarse. Porque, en el estado actual, los que gestionan la nación no son dependientes del Estado -al servicio de los ciudadanos-, sino subalternos del Gran Jefe de la Mediaset, capaces sólo de sentarse en los escaños y percibir el asombroso salario destinado a los representantes del Gobierno. Si cae el jefe, caen ellos: y eso no se lo pueden permitir, pues no tienen otras habilidades aparte de saber hacer la pelota. Un porcentaje de la responsabilidad de lo que ha ocurrido y ocurre, es de la oposición, que no supo evolucionar y contrastar los planes de este Gobierno vergonzante. Y que, incluso, en muchas ocasiones -como sucedió con la Ley sobre el Conflicto de Intereses- ha facilitado la estrategia de la derecha. Otra parte de la responsabilidad es de la muchedumbre, que ve en él y en su sistema, un modelo triunfador. Berlusconi es un virus que está depauperando mi país, no sólo a nivel de recursos, sino también cultural y éticamente. Y todavía no se han desarrollado anticuerpos eficaces para combatirlo.

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