Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

A dónde hemos llegado

Corría el 2005 y en un almuerzo, rodeado principalmente de viejos amigos y de antiguos compañeros de partido, Manuel Chaves, a la sazón presidente de la Junta, hizo un pequeño brindis. Que remató diciendo con la voz entrecortada por la emoción y la sinceridad: "¡Adónde hemos llegado, quién nos lo iba a decir, adónde hemos llegado!". Yo, que me sé mi Sófocles, podía haber recordado aquello de que "nadie es feliz hasta el día de su muerte".

Ahora, acosado por las imputaciones y por las responsabilidades al menos políticas, Manuel Chaves González es la viva ilustración de esa advertencia trágica. Nadie, hasta coronar el final de sus días, está seguro en su dicha. Las cosas pueden torcerse bastante en el último tramo, como vio Edipo, y no hay mayor dolor, como anotó Dante, que recordar el bien pasado en la amargura presente, encima.

Sin embargo, siendo honestos, yo no pensé entonces en Sófocles, tal vez porque no soy Casandra. Todavía le quedaban por delante años de Presidente de la Junta, de Secretario General y de Presidente del PSOE, nada menos. Entonces (y ahora) me pareció muy honesto ese ataque de humildad, que tomaba la extraña forma de una incredulidad satisfecha.

Tiene su mérito llegar tan alto y no considerarlo un obvio mérito propio. Hace unos días escuché una entrevista a Joan Manuel Serrat con motivo de sus bodas de oro con la canción. Gestionaba el éxito con otro gesto. Se mostraba encantado con la vida porque él le había ganado la batalla del amor, la de la amistad, la de la familia, la de la salud y la de su oficio. Se declaraba vencedor en todos los frentes, orgulloso. En Serrat no había una sombra de asombro ni de remordimiento. A su modo también era bastante sofocleo, en el sentido de que parecía decirlo desde más allá de la muerte o, al menos, tras el punto final, usando un impresionante pretérito perfecto. Siendo una actitud muy potente, me emocionó menos que la de Chaves.

Espero no haber defraudado a ningún lector que esperase otro artículo sobre los EREs. Yo, como todos o, siendo exactos, como casi todos, estoy deseando que se haga justicia y que se asuman las responsabilidades políticas. Pero ahora que Manuel Chaves ocupa cariacontecido todas las portadas, quería recordar aquella ocasión en que sus palabras pusieron una gota de bondad en mi corazón, una chispa de comprensión en mi inteligencia y una disimulada sonrisa sibilina en mis labios.

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