De poco un todo

enrique / garcía / mÁiquez /

Tiki-taka

Entre el Barça y el nacionalismo catalán hay vasos comunicantes en cuyo análisis se me ha adelantado el especialista Arcadi Espada. No están sólo en parte de la afición, en la graduación de la grada, digamos, sino en una trasposición subconsciente de éxitos y de autosatisfacción en el imaginario colectivo. Gran frivolidad la que enlaza un Balón de Oro de un argentino a un sufragio independentista en Gerona, pero ahí está. O estuvo. Porque ahora el estilo de juego y su filosofía (como apunta, pretencioso, Pep), andan en horas bajas.

Añado yo otra analogía: el nacionalismo también juega a la posesión. Cuánto tiempo han copado, Dios mío, de los telediarios, de las tertulias políticas, de las columnas de opinión, de nuestras inermes conversaciones privadas… Sus porcentajes de posesión de balón mediático podrían equipararse sin problemas con los de un Barcelona F.C. o los de un Bayern de Munich, o más.

Y, del mismo modo, se puede detectar a estas alturas un aburrimiento soberano del público, por muy sustanciales que sean los asuntos tocados, ante tanto tiki-taka declarativo unilateral. Que ahora Urkullu se preste a triangular con Mas no es una buena noticia, aunque entra dentro de la lógica suya. Vienen a aburrirnos más.

Desde luego, la selección nacional ha logrado grandes éxitos con ese estilo de juego, lo que implica una muestra -si seguimos alargando la alegoría- de hasta qué punto Cataluña es España y contribuye. Y viceversa: sopésense las aportaciones de manchegos y canarios. Todo lo cual nos trae a la memoria el famoso "café para todos", que ha sido la versión autonómica de los rondos. Los éxitos de estos años de democracia centrifugada también estuvieron a la vista. Pero el modelo -del Barça, de Pep, de la selección y del estado autonómico, si me permiten la visión panorámica- da alarmantes señales de agotamiento, y hay que encararlo.

Espero que Vicente del Bosque, entre tantos árboles, lo esté viendo; y dudo de que Rajoy y su equipo tengan la eficacia, la firmeza en el contragolpe y la verticalidad con las que se derrota tajantemente al tiki-taka. Más bien parecen adormecidos por su juego hipnótico, como los equipos de antaño. Los triunfos de los dos equipos de Madrid pueden igualmente extrapolarse: la potencia, la contundencia, la velocidad, la pasión, el riesgo, la fe en una idea, la unión de todos, el sacrificio son, hoy por hoy, los valores ganadores.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios