RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

El Papa y nosotros

PERSECUCIÓN  poca, la verdad. Por lo menos, en lo que hemos visto por aquí. Si algo ha demostrado el todavía Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, y el aún presidente, es su sumisión absoluta y rotunda a la jerarquía de Roma. Porque ha sido este Gobierno, específicamente este Gobierno, quien ha dado al Papa este tratamiento que no es de jefe de Estado, ni de líder mundial de una confesión religiosa, sino de representante de Dios en la tierra. Y eso, en una tierra que se presumía laica, con una Constitución que consagra la separación entre la Iglesia y el Estado, con un presidente laico y un Gobierno laico, no deja de resultar poderosamente llamativo. Hasta el sábado, en La 1, la película programada en la tele pública fue El arca de Noé, que ya es rizar el círculo perfecto de la entrega ferviente. Así que, antes de analizar el tema en sí, habrá que convenir que en España, a pesar de los mensajes lanzados a menudo desde algunos miembros de la Conferencia Episcopal, se protege y se mima a la Iglesia, incluso, por parte de quienes antes fueron demonizados como sus furibundos enemigos.

Si viene a España el jefe de un Estado, se le rinden honores de jefe de Estado, sea del Vaticano o de Venezuela. Si viene a España el líder de una confesión, se respeta la libertad religiosa de sus fieles y su capacidad para organizar cuantos festejos estimen convenientes, en sus espacios y con sus maneras. Esto, creo, estaba relativamente claro, y hay que seguir defendiendo el derecho de cualquiera a tener una fe, darle cobijo, y también la bienvenida a cualquiera de sus ministros que venga por aquí. Sin embargo, y ya manifestada la necesidad de protección de ese derecho, y una libertad absoluta de culto, la no injerencia del Estado en los asuntos religiosos también es un derecho a preservar. El espectáculo montado en la plaza de Cibeles y por todo el centro de Madrid, con todos esos pasos llegados de distintas geografías en una especie extraña de Pasión agosteña, y su retransmisión televisiva, ha estado cargado de un significado más político que religioso. El PSOE mueve ficha ante el electorado centrista, para que nadie piense que la izquierda española es anticlerical; y claro, una cosa es ser anticlerical y otra, muy distinta, es favorecer una nueva unión Iglesia-Estado encubierta.

Se nos ha dicho estas semanas que esto beneficia la imagen de España, y que los peregrinos iban a dejarse por aquí unos cuantos miles de millones de euros: a base de bocadillos y sacos de dormir en polideportivos, la última razón no puede ser económica. El próximo encuentro juvenil y católico será en Río de Janeiro. Está bien. Yo

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