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Bicentenario

Puentes, trenes y tranvías

  • El arquitecto José María Esteban, quien considera que hay que replantear el proyecto de la plaza de Sevilla, fija en el Doce "la oportunidad del entendimiento"

Las cosas de Cádiz, una ciudad con poco espacio, cortita de suelo urbanizable pero rica en cielo inoxidable, y sin embargo está repleta de arquitectos, algunos de ellos con notable prestigio, que imaginan y cavilan en torno al modelo de ciudad. Siempre a vueltas con el dichoso PGOU, un pegote en nombre del porvenir. "El PGOU tiene mucho que ver con el Bicentenario", rubrica José María Esteban, urbanista de corazón. "Hay que rediseñar los proyectos de ciudad y volver al tamaño natural, si disparamos muy alto el cazador vendrá con cara de fracaso, evitemos una desilusión". Certera metáfora no exenta de positivismo. "Ahora no hay dinero para grandes ideas, no se ve el horizonte, pero hay que actuar con optimismo y pensar que tenemos una oportunidad para la Bahía, la oportunidad del entendimiento mutuo". Esteban habla de Cádiz, de la participación de Puerto Real y Chiclana en los hechos históricos, de consensos e ilusiones vanas, del espíritu libre y tolerante de La Pepa que "tendría que impregnar a nuestros representantes". Desterrando la gresca permanente.

Más allá del elitismo que practican algunos iluminados, Esteban considera que el urbanista se siente en la obligación de "escuchar al ciudadano y generar el modelo de ciudad que la gente quiera", de ahí la clave de la participación en el PGOU y en lo que sea menester. "Cádiz es un territorio casi ultimado, terminado por falta de suelo, susceptible de más reformas que ampliaciones. No tenemos que ser pretenciosos ni masacrar la imagen de la ciudad por un puñado de dinero que además se aleja de la ciudad, se lo llevan otros señores". Ojo con las plusvalías voladoras, un millón de metros cuadrados al limbo. "Hay que practicar operaciones de cirugía en barrios, para sacar más rendimiento a la ciudad, pero no meter más viviendas. Sobran viviendas, hay demasiadas viviendas vacías". La gran paradoja del derecho constitucional, el derecho a la vivienda vacía.

Esteban cavila acerca del empleo perdido, en busca del empleo y el tiempo extraviados: "Nos quitaron el puerto, los astilleros, la pesca, nos dejaron sin empleo, hay que invertir en puestos de trabajo y no en pisos". Mucha gente invirtió en ladrillo, especuló con sueños ajenos y ahora los bancos conjugan verbos traviesos al calor del euro remolón.

Confiesa su vocación pública este arquitecto enamorado de las cosas de Cádiz. Trabajó siete años en Sevilla, pero lleva desde el 84 embarcado en el urbanismo gaditano, su mujer es de Jerez y sus hijas, "gaditanísimas", así que afronta con pasión el día a día bajo la extraordinaria luz de esta tierra. "Quizá a veces me involucro demasiado en las cosas de Cádiz, pero Cádiz se deja querer". Atrás quedó la pelea con la Aduana de telón de fondo. Ahora, con la que está cayendo, "hay que redimensionar el proyecto de la plaza de Sevilla, que no se puede acometer al margen de Canalejas. Si se han protegido la estación marítima y otros edificios, habría que mantener la Aduana, acaso como sede institucional del Doce. Nadie nos ha escuchado, pero ya es agua pasada". Esteban y otros gaditanos constituyeron la primera plataforma del siglo y sin pretenderlo abrieron la puerta a otras tropecientas plataforma en defensa del patrimonio o de lo que sea, la Caleta, el tranvía, el cazón en adobo ... Esteban saca una conclusión positiva de aquella batalla: "Ahora el Ayuntamiento escucha más al ciudadano". A Esteban, aún sin mentarlo, se le nota dolido, escarmentado, pero habla sin rencor. "La libertad cuesta mucho, la libertad de expresión corre el peligro de no ser entendida y de caer en servidumbres". La libertad de La Pepa duró sólo dos años, la libertad se gana cada día, la libertad es joven, "das una opinión y te etiquetan, la gente quiere embotellar a los del tinto y a los del blanco, y a mí me gustan los vinos buenos". Cada uno lleva su razón. "El problema viene cuando no te escuchan". Y enlaza la cuestión con el Doce.

"El ciudadano no ha pillado la onda del Doce, no existe un pálpito, parece inaudito que las administraciones acometan actividades paralelas, que se peleen tanto y que no concedan el protagonismo a la gente", el súbdito del voto. Para que no se diga, Esteban toma impulso y suelta su colección de ideas, una idea de Bahía y de "la necesidad de contar con una Casa de América, de ampliar los estudios constitucionales, de fomentar el yacimiento de empleo turístico, diversificar en industrias y no volvernos locos con edificios de veinte plantas. Difundir el centro comercial abierto tradicional, nada de centro comercial en la plaza de Sevilla que ahuyentaría a los visitantes".

Cádiz es como un barquito, sostiene Esteban, con sus barandillas, sus balcones y patios al mar y su aire para respirar. "La arquitectura gaditana ayuda a entender la vida de este rincón del mundo, hay que rehabilitar pero sin restar encanto al lugar común, el patio del entendimiento vecinal, el factor humano, el saludo cordial por la calle" y tantos pequeños detalles del planeta gaditano.

De vuelta al Doce del urbanismo, que hasta ahora es el Doce soñado y casi frustrado, Esteban recurre al capítulo de infraestructuras. "Tenemos que recalcular lo que queremos y adecuar las expectativas a la realidad, no pensar en el fracaso sino en lo viable, priorizar las inversiones en puentes y trenes, que el segundo puente se inaugure en el Doce. Las constructoras, con todo el dinero que han amasado estos años, tendrían que ser más flexibles". Toquecito a Don Florentino. "Por no cobrar dos meses no posee uno legitimidad para cesar una obra". Esteban amplía su lema a "puentes, trenes y tranvía", en definitiva, Bahía. Y clama por el retraso de años del desdoblamiento de la vía férrea". Y sigue soñando en su ciudad anhelada, las murallas como atractivo turístico y razón de ser, el mar en el carnet de identidad y tantas cosas más: el Oratorio, el castillo de San Sebastián, Museo Contemporáneo y Museo del Carnaval y una plaza multiusos de la que ya apenas se habla. "Hay que adecentar las fachadas, promover circuitos del Doce, poner guapa a Cádiz, hacer la Catedral más presentable, abrir las torres miradores al público, algo que ya propusimos hace años". Las atalayas de Cádiz. Las obras eternas que "hay que acelerar incluso con tres turnos diarios". Que Cádiz "sonría de verdad", que el Castillo de San Sebastián revierta en la ciudad, "ahí lleva razón Teófila", y que el Doce sirva para que los visitantes vuelvan el Quince. Argumentos urbanísticos para mejorar la calidad de vida y mantener el encanto. Más cerca del cielo humanizable.

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