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Cádiz

Los boquerones, lo único que queda de pesca fresca

  • El puerto pesquero de la capital ha pasado de ser un referente en toda España a finales de los 70 a base de una veintena de barcos de cerco de Barbate

"A raíz de la huelga de la pesca, a finales de los años 70 del pasado siglo, se inició el declive del muelle pesquero de Cádiz, que hasta entonces era la segunda potencia en pesca fresca de España a la situación actual, cuando sólo quedan dos barcos dedicados a la pesca de altura", dice, cuando se le pregunta por la situación actual del puerto pesquero de la capital, José Antonio Alvarez Barreiro, que en el verano des 1965, cuando sólo contaba 14 años de edad, comenzó a trabajar en el mismo, donde su familia contaba con un barco, y desde entonces no lo ha dejado hasta hace menos de tres años tras regentar con un socio, Javier del Río, una empresa de estiba y desestiba.

Álvarez Barreiro señala que las trabas que han ido poniendo las distintas administraciones han provocado que no haya relevo generacional en las empresas, a lo que se une el precio del combustible y el hecho de que las multinacionales traigan pescado congelado del extranjero, de la India y de China.

"Hoy el 90 por ciento de la pesca fresca entra en España por Zaragoza, a donde llega en aviones para no bloquear el aeropuerto de Barajas", asegura para añadir que "después de la transición a los políticos en general no les ha interesado la pesca en Cádiz y por eso se ha pasado de 179 barcos de altura en 1979 a los dos actuales, el 'Fuentes de Manselle' y el 'Carmen e Pilar', de unos armadores de Marín".

Al respecto añade que "se ha pasado de ser un referente de la pesca en los años 20, con armadores gallegos como los Sibón, Senabre, Barreiro, Gestoso, Amable Márquez, Marquez Veiga, Piño o Generoso y Ramiro, al actual, Angel Garrido", y comenta que "se ha roto la cadena", porque además de que los hijos de los exportadores han tenido que buscar otro empleo para comer, ya no hay patrones, ni marineros, ni motoristas, ni rederos, sino que hay que traerlos de fuera, mientras que el precio del pescado es el mismo de hace 20 años y los costes se han multiplicado, ya ni siquiera se subvenciona el gasoil".

También alude a que ni siquiera se puede pintar un barco a flote, lo que se permite en el puerto de Huelva y en los del norte de España, lo que considera que es "otra forma de decirte vete".

De aquellos años recuerda los propios armadores eran los que negociaban los convenios de pesca con otros países, como Mauritani, Senegal, Carmerún, Gambia o marruecos, y que también organizaban el 90 % de la distribución del pescado con los asentadores. Asimismo apunta que había que abarloar los barcos para que pudieran atracar. Que en la lonja se vendía dos veces al día, a las nueve de la noche y a las cinco de la madrugada, y que se descargaban unas 10.000 cajas de pescado, de 80 kilogramos.

Destaca que del muelle pesquero vivían además unos 500 portuarios, armadores y taxistas, empresas de efectos navales, como Freire, Maristany y Molinero; talleres como Pastoriza, La Marina, Atlántico o Vigorito; varaderos como Vilela y Talleres del Atlántico, y carpintería como Hermanos Pastrana.

"Toda esa infraestructura también ha desaparecido, con la lógica incidencia en todos los establecimientos de hostelería de la zona de la plaza de San Juan de Dios", destaca Álvarez Barreiro.

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