Mariah Carey, descongelada (edición 2025): Sephora y la represión sindical élfica

La cantante abre un año más la temporada navideña, en un clip promocionado por la firma de cosméticos que hace burla de las protestas laborales

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Cartel del espectáculo de Navidad en Las Vegas de Mariah Carey.

No sé cómo se puede ser más diva que desbancando al Niño Dios, a los pastorcillos, a los ángeles, al turrón El Almendro y hasta a El Corte Inglés en esto de convertirse en heraldo de la Navidad. Pero Mariah Carey (Mariah para los amigos) lo ha conseguido. Es, además, un heraldo tempranero, pues lleva ya un tiempo descongelándose cada 1 de noviembre, justo cuando la basura hace recogida de calabazas.

Mariah Carey (es sabido) permanece crionizada hasta renacer cuando la fiebre navideña comienza a despuntar. Su 'It´s Time!' en agudo de cristalería fina actúa de impertinente despertador: "No fastidies que es ya". Pues sí, es ya. Es inútil que lo niegues: las hojaldrinas te saludan desde hace un par de semanas en los lineales y Peli de Tarde ya ha colgado un post lleno de jerséis verdes (ellos) y rojos (ellas).

Desde su primera campaña de deshielo, en 2021, Mariah (para los amigos) revive al ritmo de su All I Want for Christmas: un tema que muchos hemos visto nacer -en 2024 cumplía treinta años- y con el que otros han nacido. Cielos. La anterior edición, la cantante emergía de su hibernación vestida de Morticia y saltaba a un escenario propio de Pesadilla antes de Navidad.

Este año, llega apañada con unas alas de ángel dignas de Victoria´s Secret (pero con traje hasta los pies), propia en su papel de celestial mensajera. El ambiente, sin embargo, parece el de una casa despanzurrada camino de una fiesta: un elfo le informa de que los suyos están de huelga -era de prever-, hartos de la época infernal que se les hace pasar cada temporada navideña. Los ayudantes de Papá Noel han renunciando. Y bien que hacen -me apresuro a apuntar- pues la externalización y la deslocalización que también han llegando al Círculo Polar, dado el crecimiento exponencial de la actividad, han terminado pasando factura sin remedio. "Me llevo todo esto a empeñarlo para pagarme la terapia", dice el elfo enlace sindical, o lo que sea. Todo esto es el maquillaje de Mariah. "No puedes cancelar la Navidad", contesta ella.

Y, al gorjeo de su '¡Ya es la hora!', el elfo se transforma en un muñeco de nieve. Mariah se aleja ataviada de Mamá Noel, triscando por los cielos arrastrada por los renos voladores, entre rótulos y bolsas de Sephora -¿cuánto habrá pagado?- y la Estatua de la Libertad.

Sí, sé que os ha dolido que la Reina de la Navidad -título que intentó registrar- termine usando sus charming arts para minimizar la lucha laboral élfica. Pero, ¿qué podíamos esperar de quien firma el himno de la apoteosis tardocapitalista? Yo creo que Mariah haría bien en ir cambiando las tornas, porque las tornas están cambiando, por mucho que exista el efecto del pintalabios rojo en tiempos de crisis: como sociedad, somos bien conscientes de que las cosas no se arreglan con una capa de maquillaje, porque llevamos muchas encima.

Aun así, la época es la que es, y siempre lo ha sido. Es cierto: nadie puede cancelar la Navidad. No pudo la URSS, no pudo Cromwell, pero no por el motivo que piensan, sino porque es la fiesta de la vacación y la abundancia, y está -desde el Neolítico- firmemente aferrada a sus bridas.

A más colmo, tal y como explica uno de los personajes del distópico En el corazón del bosque (Errata Naturae), las navidades están condenadas a ser la fiesta esencial de esta civilización: "No somos cristianos, somos capitalistas", aclara Jean Hegland.

Lo dicho. Sol Si Re Fa Sol. Se abre la veda.Con o sin Sephora.

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