Adiós a una figura del toreo

En el límite de la emoción estética

Desde 2003, muy cerca de la Real Maestranza de Sevilla, se levanta el monumento en bronce que su ciudad natal le dedicó a Pepe Luis Vázquez. Una escultura de dos metros de alto en la que mira a la Plaza de Sevilla con traje de luces. Se sentía feliz el torero con este trabajo del escultor Alberto Germán Franco que eternizaba sus tardes de gloria y en el que dejó impresa la huella de su pulgar. Germán Franco, que realizó la obra en su taller de Aracena (Huelva), lo inmortalizó en un cite que hizo famoso en sus tardes más gloriosas de los años cuarenta y cincuenta, cuando rivalizaba en los escenarios con Manolete: el cartucho de pescao. 

La inauguración del monumento fue uno de los homenajes que mayor ilusión le hizo al Sócrates de San Bernardo, al que en 2001 un jurado compuesto por cronistas y aficionados incluyó dentro de la lista de los 10 toreros más importantes del siglo XX. Antes, en una reunión celebrada en octubre de 2002, la junta de gobierno de la Real Maestranza de Sevilla ya había acordado dedicarle un azulejo a Pepe Luis Vázquez que, desde 2003, recuerda en su leyenda "a esta figura excepcional del toreo sevillano que llegó a salir 16 veces a hombros de esta plaza de toros". 

El mayor reconocimiento público al matador le llegó, sin embargo, en 1998, cuando el Gobierno de España le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. El acta del jurado certificó que "Pepe Luis Vázquez ha sido un torero excepcional, y en su línea sevillana de garbo, gracia e inteligencia, acaso el más sobresaliente que ha conocido la afición española de los toros en cualquier tiempo. Su arte cristalino de puro claro estaba regido por una cabeza serena e inteligente, que impidió siempre que intentara nunca más de lo que pudiera lograrse en las faenas, pero nunca puso coto a estos logros, y faenas suyas pueden quedar como ejemplo de hasta dónde ha podido llegar la belleza y la gracia en el toreo y cuál es el límite de la emoción propiamente estética que admite". 

En 2002, un año antes de que se inaugurara el monumento sevillano, Madrid también quiso rendir tributo al diestro y colocó un mosaico de azulejos en la plaza de Las Ventas donde se puede leer la siguiente leyenda: "Pepe Luis Vázquez Garcés, armonía, belleza y gloria en la Historia de la Tauromaquia".

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