Entrevista a Carlos Areces

"Los de 'La hora chanante' estamos en condiciones de fundar una religión"

  • El actor madrileño es Juanjo en 'El pueblo', serie de Mediaset que se ha estrenado en Amazon Prime Video

María Hervás y Carlos Areces, Amaya y Juanjo en 'El pueblo'

María Hervás y Carlos Areces, Amaya y Juanjo en 'El pueblo' / Mediaset

Si por allí estaban Pablo Chiapella y Ernesto Sevilla era casi inevitable que un compañero ‘chanante’ como Carlos Areces no probara en La que se avecina. Y se ha quedado, con el papel Agustín. El único madrileño en aquella cuadrilla manchega de Joaquín Reyes también es Juanjo en El pueblo. Esta comedia de los mismos creadores de la serie de Montepinar, los hermanos Caballero (Contubernio es el nuevo nombre de la productora), ha sido elaborada por Mediaset pero antes de su estreno en Telecinco se encuentra en la plataforma Amazon, con sus ocho primeros episodios.

–Agustín tuvo una entrada por todo lo alto en La que se avecina con su trastorno supino de personalidad...

–Va a estar como mínimo dos temporadas. Y entra con ese trastorno, pero lo va suavizando. Con Alberto Caballero hablaba hace unos días, a raíz de lo bien que ha acogido el público a Agustín. Nos decíamos a ver si nos hemos equivocado y la gente quiere verle cambiando de carácter todo el rato.

–¿Qué puede decir de su personaje y su relación con su amante, Amaya (María Hervás)?

–Es un constructor, un empresario con larga trayectoria de corrupción, que no tiene otra opción. Ha de dirigirse al pueblo abandonado con el resto de pobladores para ganar tiempo y volver a remontar en sus negocios. Los espectadores ya habrán visto a Juanjo encontrándose con los habitantes de Peñafría, la aldea de Soria que creían abandonada.

–¿Qué impresión tiene de Juanjo al verse en esta serie?

–Muy bien, porque yo tenía la idea de él de un piloto que se montó hace dos años. Se han grabado escenas nuevas, un nuevo montatje y el resultado ha sido diferente.

–¿Es un La que se avecina rural?

–Hay diferencias no sólo por el guión y el tratamiento de los personajes, sino por la estética. En El pueblo todos los escenarios son reales, naturales. El pueblo donde rodamos, Valdelavilla, es donde también vivimos durante el rodaje. Las casas son auténticas. El tono de El pueblo es menos disparatado. En La que se avecina los que no son cabrones son idiotas. Y por Peñafría el personaje más negativo que hay soy yo.

–¿Usted se haría amigo de Juanjo?

–Probablemente no. Es un tipo corrupto al máximo. Su nivel de vida, y su matrimonio, se vienen abajo. Se aferra a Amaya, aunque a la pobre le dé pavor donde se encuentra. En esas circunstancia dan compasión y yo les brindaría mi amistad, pero Juanjo tira al monte y sólo sobrevive con el chantaje a los demás. Y el alcalde de Peñafría, además, es un pedazo de pan...

–¿Y tendería la mano a Agustín?

–Agustín es una víctima, un pobre hombre. Yo sí empatizaría con él, porque es un outsider como yo.

–¿Cómo fue vivir y trabajar en un pueblo?

–No estaba acostumbrado a este ritmo. Yo soy de Madrid y fui de los que más disfrutó. Cada dos fines de semana me quedaba en Valdelavilla. Me acopiaba de libros. Me leí ocho libros en cinco meses de rodaje: eso es imposible con mi vida en la ciudad. Alli no tenía cobertura. Sin wifi, sin reuniones. Esa desconexión sólo me la puedo permitir en verano.

–¿Cómo han podido triunfar tanto los actores de La hora chanante, cuando por entonces, decían, era una cosa ‘raruna’?

–Porque hemos pasado de ser unos frikis a ser actores de culto. La diferencia veinte años después es que sólo gustamos a unos cuantos... pero a esos cuantos gustamos muchísimo. Los de Joaquín Reyes estamos en condiciones de fundar una religión. Lo bonito ha sido que cada uno después ha podido hacer lo que quería y disfrutarlo.

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