El pasado mes de septiembre, la doctora jerezana Marta Cuadra acudía al II Congreso de Alineadores y Nuevas Tecnologías celebrado en Santiago de Compostela por la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) para presentar un caso clínico resuelto en su consulta de Jerez.

“El caso del paciente que expuse presentaba una clase II con mordida cruzada bilateral, línea media inferior desviada 3 milímetros hacia la derecha y canino ectópico por falta de espacio severo en la arcada superior”, explica la doctora, para reflejar la complejidad del tratamiento al que se enfrentaba y que fue resuelto con ortodoncia invisible.

Aunque este sistema viene ganando popularidad en los últimos años, gracias a su discreción y su comodidad, el paciente no está totalmente concienciado de su uso en la resolución de casos complejos. “Debemos desmitificar el concepto erróneo de que la ortodoncia invisible está solo destinada a casos estéticos de poca complejidad” señala Marta Cuadra.

Y es que, a pesar de la tecnología avanzada que respalda la ortodoncia invisible, el papel del ortodoncista es insustituible. Sin una formación y la experiencia necesaria, la ortodoncia invisible sería una mera herramienta. “Un coche potente en manos de un piloto experto gana carreras, pero si ponemos de conductor a un niño de 3 años, puede ser una tragedia” comenta la doctora haciendo referencia a la importancia de la figura del ortodoncista.

Qué es y cómo funciona

Aunque es un sistema que ya lleva varios años entre nosotros, la ortodoncia invisible es todavía una gran desconocida. Este sistema es un tratamiento que corrige problemas de alineación dental y maloclusiones, gracias a las fuerzas que ejercen unos alineadores transparentes diseñados a medida para cada paciente.

En El Bosque Clínica Dental, en la consulta de la doctora Cuadra, el primer paso corresponde a la evaluación minuciosa de la boca del paciente. Se toman radiografías, CBCT y se realiza un escáner 3D, para crear un plan de tratamiento personalizado.

A partir de las imágenes obtenidas del escáner y con ayuda de un software especializado, se comienza a diseñar el plan de tratamiento. Una vez establecidos los movimientos necesarios, se fabricarán los alineadores a medida. Cada uno de estos es ligeramente diferente, permitiendo una corrección gradual y precisa.

Por otro lado, el paciente debe llevar la ortodoncia invisible durante la mayor parte del día, generalmente, unas 22 horas, aunque los alineadores se pueden retirar durante las comidas y en el momento de cepillarse los dientes. Estos se cambiarán con la frecuencia que el especialista recomiende y el paciente acudirá a revisiones, donde se supervisará el progreso, realizando ajustes según sea necesario.

Un sistema más digital y preciso

Si se compara una máquina de escribir con un ordenador, se hace evidente el avance tecnológico. Esto es lo que ocurre con los sistemas de ortodoncia. Los brackets metálicos representan la máquina de escribir, mientras que los alineadores transparentes serían el ordenador. En ambos, se puede escribir una gran novela, pero no cabe discusión de que el segundo facilitaría mucho la labor. En el campo de la ortodoncia ocurre lo mismo: la invisible ofrece multitud de ventajas en el tratamiento tanto al especialista como al paciente.

En la fase de diagnóstico, por ejemplo, el uso del escáner 3D brinda una información crucial para la posterior planificación del tratamiento.

“Además de realizar una simulación de los resultados antes de comenzar el tratamiento, puedo ver un mapa de calor del contacto de los dientes e incluso descubrir caries interproximales, que serían muy difíciles de detectar visualmente”, resalta la doctora.

Que la ortodoncia invisible sea más digital que el sistema de brackets se traduce en mejores diagnósticos, en tratamientos más personalizados y adaptados a las necesidades de cada paciente y en un mayor control durante el proceso.