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Sociedad

Sólo el 60% de los centros públicos cuentan con atención de salud mental

Una sanitaria atiende a un paciente en salud mental.

Una sanitaria atiende a un paciente en salud mental. / Domenech Castelló (Efe)

Apenas un 60% de los centros sanitarios públicos de España cuentan con oferta para la atención de la salud mental, pero la facilidad de acceso y los recursos disponibles difieren enormemente entre comunidades autónomas e incluso entre las áreas rurales y urbanas.

Son algunas de las conclusiones del informe La salud mental en España presentado en el I Foro del Consejo Asesor de la Profesión Farmacéutica, que se ha celebrado este martes bajo el título El abordaje integral de la salud mental, una asignatura pendiente.

De acuerdo con la investigación, elaborada por el Instituto de Salud Global de Barcelona a partir de los datos de distintos estudios, la depresión en España es la séptima causa de pérdida de años de vida (DALYs), por encima del alzheimer, y la principal de morbimortalidad. En jóvenes de 15 a 24, la ansiedad y la depresión constituyen la segunda.

Es precisamente el de los jóvenes el grupo de mayor riesgo, junto con los adultos mayores, personas en situación de dependencia y/o riesgo de exclusión.

Pese a ello, sólo seis de cada diez centros asistenciales de psiquiatría, psicología clínica o terapia ocupacional prestan servicios de salud mental.

La oferta de asistencia psiquiátrica en los centros privados rebasa el 70%, la de psicología clínica es del 50% y la de terapia ocupacional menor del 25%; en contraste, los centros públicos cuentan con una proporción relativa equiparable del 60% en todas estas áreas.

En España, según los datos que ha expuesto Ximena Goldberg, profesora de investigación del IS Global, la ratio media de psiquiatras por 100.000 habitantes es de 10, muy por debajo de la de Bélgica (20,3), Holanda (20,1), Francia (14,1), Grecia (14,1) o Italia (10,9).

Por comunidades las diferencias son aún mayores, ya que País Vasco (12,9) duplica largamente a Murcia (5,2), cifras que "corren el riesgo de estancarse a falta de un reconocimiento activo y generalizado de la relevancia de la salud mental dentro del sistema nacional de salud".

Esa desigualdad se hace notar también entre el entorno rural y el urbano: la prevalencia de la depresión y la ansiedad es más baja en el primero, pero aunque en ellas "hay menos sufrimiento mental", las personas que viven en municipios de menos de 10.000 habitantes hacen un mayor uso de psicofármacos que en las ciudades.

Una posible explicación está precisamente en que "donde menos acceso hay a servicios sanitarios, la respuesta más rápida es la prescripción, cuando no necesariamente es la más adecuada", ha destacado la investigadora.

El estudio cita como factores desencadenantes de los problemas de salud mental la violencia interpersonal, el trabajo precario y desempleo, estilos de vida no saludables y soledad, falta de acceso a espacios verdes/azules y la urbanicidad; todos son modificables, por eso "deben ser priorizados como principales vías de acción para la prevención".

La disparidad de recursos abre también una brecha en el tratamiento; se calcula que alrededor del 40% de las personas que lo necesitan no lo están recibiendo, y si se trata de casos graves puede llegar al 50%; las principales barreras están en la formación de profesionales de salud mental, el estigma, el tiempo de consulta o la falta de apoyo institucional, entre otras.

Psicoterapia y farmacoterapia funcionan sinérgicamente, pero la eficacia del tratamiento es, en general, baja, y sólo entre el 30-50% de los pacientes con depresión responden a tratamiento farmacológico.

Mientras, no existen datos sobre prescripción de psicoterapias, pese a tratarse de la primera opción de tratamiento.

Ante estas conclusiones, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha elaborado un decálogo en el que plantea mejoras para garantizar un sistema atención a la salud mental de calidad, que van de la integración de su abordaje en la Atención Primaria y promover modelos colaborativos entre niveles asistenciales y entre profesionales sanitarios y no sanitarios.

También aumentar la formación y capacitación de todos los profesionales, lograr un reparto equitativo de recursos, reducir la brecha entre lo rural y lo urbano, poner el foco en los grupos vulnerables, priorizar el contacto directo e introducir las nuevas tecnologías.

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