Semana Santa

"Como capataz me siento un privilegiado con lo que saco"

El año pasado llegó a dirigir cinco pasos en Semana Santa (los de su cofradía de Las Penas, los dos de Piedad y la Virgen de la Trinidad). Este año es responsable de los que llevó ayer y del que por primera vez conducirá esta tarde-noche por las calles de la ciudad (el Cristo de la Misericordia, de La Palma). Y el año que viene cumplirá 20 años al frente de los pasos.

-¿Cómo llega Ruiz Gené al mundo del martillo?

-La cofradía del Prendimiento, por mediación de José María Verdía, me propuso junto a Manolo Terrada para que nos hiciéramos cargo los dos de la cuadrilla de la Virgen del Patrocinio.

-¿Y eso cómo se dio?

-Yo en ese momento estaba allí colaborando en el coro. Yo llego al Prendimiento por el coro, y el gusanillo cofrade te hace que te vayas metiendo un poco más en la cofradía, empieces a colaborar en los montajes... Y mi inquietud por los pasos siempre ha existido. Yo era cargador hacía ya diez u once años. No sé por qué Verdía pensó en mí para que con Manolo Terrada, que venía de ser capataz del Cristo, nos hiciéramos cargo de la cuadrilla de la Virgen. Recuerdo perfectamente que me preguntó: "¿tú serías capaz de hacerte cargo de esto?". Le dije que sí, y desde ese día hasta hoy.

-Pero ya está usted al frente de los pasos en solitario. ¿Cuándo y por qué se rompió ese binomio con Terrada?

-Cuando me llaman a mí de Sentencia para sacar la Virgen del Buen Fin, que me reunió Carlos Nogueras y Patrón en la perfumería Europa, fuimos los dos; y después de sacar dos años el palio yo decido irme, pero él entonces decide quedarse. En ese momento, el 'matrimonio' quedó disuelto. Él se quedó en Buen Fin y nosotros cogimos entonces Descendimiento, donde además él no podía salir porque era y es del Nazareno. A partir de ahí ya sigo yo solo. Pero sigo teniendo muy buena relación con él, y le valoro mucho el papel que me dio esos años que estuvimos juntos.

-¿De dónde bebe como capataz?

-Pues he bebido de muchos sitios, y sigo bebiendo, afortunadamente. Pero mi formación fundamental y básica fue en la cuadrilla de la Virgen de las Lágrimas de Columna, donde desde los 17 años pertenecí con Silverio Sotomayor al frente. Allí aprendí que el mundo de la carga es mucho más que un palo y una horquilla. Después me han aportado muchísimos capataces con los que he salido o a los que simplemente he visto, ya sea en Cádiz o en otras localidades.

-¿Qué supone para usted sacar pasos?

-Hacer un trabajo dentro de un cortejo procesional en su estación de penitencia, que es lo más importante del culto externo de una hermandad, sabiendo siempre que llevamos las devociones de la hermandad, en particular, o de un barrio o una ciudad en general, dependiendo de lo que estés sacando; y dándole siempre el sitio y la importancia que ello requiere. Que no es una mudanza, para que me entienda; que estamos dentro de una asociación religiosa, y dentro de nuestras costumbres y nuestra forma de entender y llevar los pasos, no hacemos más que llevar al Señor y a Su Madre, que es en lo que creemos.

-¿Y dónde está la clave de un buen capataz?

-La clave es creer lo que hace, sentir lo que hace, no aburrirse nunca, tener siempre predisposición para aprender y seguir formándote día a día si puedes, descubrir cada año aquello en lo que te hayas equivocado o que no sabías y seguir adelante. Dicho esto, hay que tener también una serie de condiciones para ser capataz, y no ser solamente el que lleva el paso. Creo que son dos conceptos distintos. Llevar un paso lo puede llevar cualquiera, a lo mejor capataz no es cualquiera. Y dentro de llevar un paso, habrá quien lo lleve mejor y quien lo lleve peor.

-¿Cuándo acepta Ruiz Gené el encargo de sacar un paso y cuándo decide poner fin a esa responsabilidad?

-Digo que sí cuando quiero hacerlo. Y cuando me lo propone la hermandad, evidentemente; yo no voy ofreciéndome a las cofradías, que creo que debería ser el principio de cualquier capataz. Y digo no cuando creo que la puerta, por diversas razones, se tiene que cerrar; todo tiene un principio y un final, esto son ciclos, como todo, y dependiendo de la hermandad y de mis condiciones particulares o los condicionantes que me rodeen en ese momento, veo conveniente que ha llegado el final, al igual que las hermandades creen conveniente cuando acaba el ciclo de un capataz u otro.

-¿Hasta ahora ha dejado usted los pasos, o le han obligado a dejar alguno?

-Solamente me obligaron a dejar la Virgen del Patrocinio, los demás los he dejado yo todos. Siempre de buenas maneras. Lo de Patrocinio fue un poco convulso, el capataz al que llamaron a espaldas mías fue el que me avisó; a mí y a Manolo Terrada no nos habían dicho nada. Y luego ese hermano mayor sufrió una especie de moción de censura y salió. A los años me volvieron a tocar para ese paso, no oficialmente, pero ya dije yo que no.

-¿Qué papel juega, o debería jugar, el capataz de una cofradía?

-Pues básicamente cumplir la confianza que deposita en él la junta de gobierno. Como papel fundamental debe llevar el paso y hacer una cuadrilla al gusto y manera de la hermandad, que deben coincidir siempre con los míos, si no yo sobro. A partir de ahí, la implicación después vendrá en función de la afinidad con la hermandad en sí, la implicación, la trayectoria dentro de la hermandad... Pero como fin fundamental, hacer su trabajo al frente del paso. Creo además que el capataz debe ir independiente de la cuadrilla; lo ideal sería que cada titular de una cofradía tuviera su propia cuadrilla, o al menos una base, como la que yo me he encontrado en Misericordia o Trinidad, y yo ser simplemente el que se pone al frente de ese colectivo.

-¿Y está bien entendido en Cádiz el papel de capataz?

-Hay hermandades que lo tienen claro y capataces que lo tienen claro, al igual que hay hermandades que no lo tienen nada claro y capataces que lo tienen menos claro aún. Sería demasiado extenso, a lo mejor, decirte sí o no. Pero creo que está un poco viciado por todos desde la transición de los asalariados a los hermanos, en gran parte por el tema de los pagos; los capataces hemos aceptado muchas veces que para sacar un paso hay que pasar por determinados peajes. Y las cofradías se equivocan en rifar, de alguna forma, esos martillos al mejor postor. Yo afortunadamente tengo que decir que en las cofradías con las que he trabajado no he tenido esa sensación, sino yo no hubiera estado. Yo entiendo que un hermano pague si sitio en el cortejo, pero los cargadores no están para hacer un palio o un paso de Cristo. Si después de ellos sale hacer un paso, o siete, bienvenido sea; pero no por obligación.

-También está sacando pasos fuera de Cádiz. ¿Qué le aportan esas otras experiencias?

-A mí esto de los pasos me apasiona, ya sea aquí o en Ávila, si hubiera pasos; entonces una de las cosas que más me ha gustado siempre es cargar, sacar pasos. Todo esto me aporta enriquecimiento de otras maneras no ya de carga, que también, sino de entender este mundo que en cierta medida lo complemento o asumo allí donde yo soy cabeza visible o responsable. El día que me deje de gustar tanto esto, lo dejaré y viviré las hermandades desde otro punto de vista.

-¿Qué es lo que más disfruta como capataz y cuál es la parte menos agradable?

-La parte menos agradable en Cádiz es el poco compromiso que existe en líneas generales por parte de la gente que conforman las cuadrillas a la hora de poder trabajar con ellos. En otras localidades hay otro compromiso porque a lo mejor la carga gusta más, o porque aquí el Carnaval absorbe demasiado. Aquí nos vemos obligados a hacer un trabajo previo incluso antes de las navidades, cosa que en otros sitios no hay que hacer; y después cuando hay que trabajar verdaderamente la gente no puede porque está en otras historias. Hay muy poco compromiso, y eso que yo me siento un privilegiado porque la gente que viene conmigo, en líneas generales, se ha comportado mucho. Tal vez sea porque el sistema de carga que tenemos no crea esa afición que crean otros modos.

La parte más grata es llevar el paso en la calle, pero no como si fuera una mudanza o un traslado, sino buscándole la técnica a la manera de llevar los pasos, de dar una vuelta, de levantar... Tal vez en Cádiz deberíamos echarle un poco de más cuenta a eso. Dicho esto, a mí lo que más me han dejado los pasos es amistad, superando con creces la parte ingrata.

-¿Qué le falta para sentirse totalmente realizado como capataz?

-No lo sé. Supongo que hacer alguna vez lo que yo tengo en mente como teoría, que es algo que tenemos todos pero que cuando te pones al frente de un colectivo las cosas no son tan fáciles y nunca salen al 100% como tú quieres. Cuando yo haga eso, supongo que ya no me quedará más por hacer y será el día de dejarlo todo. No obstante yo me siento hoy en día un privilegiado, porque estoy sacando los dos pasos de la cofradía de mi niñez, la que he vivido y sentido siempre; saco la devoción del bario de la Viña, donde yo trabajo y me he criado también por mi familia; y saco a la Virgen del Carmen, que es una de las devociones de la ciudad y donde actualmente desempeño un cargo en su junta. Como capataz me siento más que privilegiado y no puedo pedir nada más.

-¿Cómo mantiene un capataz a un grupo tan amplio de cargadores durante tantos años ¿Cómo se consigue gestionar un colectivo tan grande?

-No me lo planteo nunca. Entiendo que la gente hace lo que le gusta y se arrima a un grupo donde se encuentra bien. Tengo una primera premisa, que es que cuando llego a los sitios siempre respeto a la gente que está ahí. Yo no tengo una asociación de cargadores ni tengo una cuadrilla propia. La cuadrilla Manolo Ruiz Gené no existe ni existirá nunca. Yo soy el cabeza visible de las cuadrillas de los titulares a los que me pongo al frente. A partir de ahí tengo una manera de entender esto y unas normas básicas muy sencillas que no son otras que hacer las cosas con naturalidad y tratar con respeto, que es fundamental para un colectivo tan grande donde cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre. Aquí hay un protagonista, que es la imagen, y uno que manda, que soy yo. Pero un mando en el buen sentido de la palabra.

-¿Ha evolucionado delante de los pasos desde aquella primera vez?

-Muchísimo. Si no hubiera evolucionado creo que hubiera perdido 19 años. Los conceptos míos no han cambiado en absoluto; pero para llegar a cumplir una teoría tienes que tener una práctica. Y para llevar bien los pasos lo primero que hay que hacer es llenarlos de cargadores. Ellos son los que poco a poco tienen que ir entendiendo esa manera de llevar los pasos. En base a eso, he ido evolucionando y quizás he hecho evolucionar a la gente que ha venido conmigo. Dicho esto, en la técnica he evolucionado muchísimo y estoy seguro de que tengo que seguir evolucionando, porque esto es una prueba al año si no llueve; y cada año me doy cuenta de que hay cosas que he hecho mal o que puedo hacer mejor, e intento aplicarlas el año siguiente.

-¿Con qué momentos de los vividos como capataz se queda?

-Evidentemente la primera vez que me pongo delante de un paso en la Virgen del Patrocinio, creo que ese primer paso a todo capataz se le queda grabado; esos nervios, ese sinvivir, ese sin dormir, pensar durante meses antes dónde estaba la izquierda y dónde la derecha... A partir de ahí, cada hermandad me ha dejado grabado recuerdos importantísimos.

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