El balance de la Semana Santa de Cádiz 2025: Normalidad plena, lluvia incluida
La reincorporación del Huerto y la salpicada presencia de la lluvia marcan el devenir de las procesiones de este año
Destacan los grandes estrenos patrimoniales y, en el lado contrario, el aguacero del Martes Santo

Qué sería de una Semana Santa sin la lluvia. Qué sería de los cofrades, especialmente aquellos que tienen responsabilidades en juntas de gobierno, sin andar preocupados por la meteorología y sin tener que consultar los partes horas antes de su salida para ver qué opciones tienen de salir. En la Semana Santa que recuperaba la totalidad de hermandades, esa en la que el Huerto se eregía como principal protagonista por su regreso a las calles, la lluvia no quiso ser menos protagonista, y ha venido salpicando -nunca mejor dicho- de sustos y malas noticias estos últimos diez días de procesiones.
La peor parte se la llevó el Martes Santo, cuando un fuerte aguacero con granizada incluida cayó en el centro de la ciudad destrozando las procesiones de Sanidad, Piedad y Columna, que apenas tuvieron capacidad de respuesta y que quedaron expuestas al agua durante todo el tiempo (varios largos minutos) en los que la lluvia no dejaba de caer y además con cierta fuerza. Dicen las cofradías de la jornada que esa “nube” no estaba prevista, que los radares no vieron venir el agua; pero las que no salieron, por contra, sí conocieron ese dato, que derivaría en la decisión final.
El balance de la lluvia ha sido de dos cofradías que no han podido procesionar este año (Caído, que se quedaba por primera vez en su historia en casa por las condiciones meteorológicas, y Ecce-Homo), cuatro que suspendieron sus salidas tras llegar a Catedral, trasladando los pasos días después (La Palma, que regresó el Miércoles; Columna y Piedad, que lo hicieron el Sábado Santo; y Prendimiento, que se marchará esta tarde de Resurrección); cuatro que se mojaron de manera considerable (Vera–Cruz el Lunes Santo, y las ya mencionadas del Martes); otras tantas que se mojaron levemente (las del Miércoles Santo, que obligó a acelerar la jornada); y media docena que no pudo completar el itinerario previsto, aunque sí regresaron a su sede (Vera-Cruz el Lunes, Sanidad el Martes, Las Aguas y Caminito el Miércoles, y Buena Muerte y Ecce Mater Tua el Viernes).
Tendrán que analizar las hermandades las decisiones tomadas, la precipitación a la hora de salir con pronósticos negativos o la exposición a escenas como las vividas, principalmente, el Lunes y Martes Santo. Y tendrá que seguir valorando también el Consejo ese protocolo y esas normas empeñadas en encorsetar las salidas procesionales, sobre todo a raíz de lo sucedido el Miércoles con Las Aguas (que decidía volverse a Santa Cruz por el camino más corto tras hacer la estación en Catedral, sin completar la carrera oficial) y el Viernes con Buena Muerte (que tomaba la misma decisión). Lo que no parece tener duda alguna sigue siendo que ante cualquier previsión negativa en lo meteorológico, lo mejor para todas las partes es quedarse en casa.
En cualquier caso, pese a estos datos que pueden parecer demoledores, la lluvia y las cofradías han sabido jugar un cierto romance que ha permitido disfrutar de todos los días de Semana Santa, aunque solo fuera un rato (como el Martes Santo) o aunque tuviera que recortar el final previsto por las malas previsiones que se esperaban a última hora de la noche.
De todas las hermandades, se puede decir que la que mejor jugó sus cartas frente a la inestabilidad meteorológica fue la del Nazareno del Amor, que optó por agilizar su caminar durante toda la procesión hasta llegar a San Francisco de regreso una hora y media antes de lo previsto, salvando así el riesgo de la lluvia que, efectivamente, caería después.
Esta cofradía del Lunes Santo, precisamente, protagonizó el gran estreno patrimonial de esta Semana Santa. El nuevo palio de la Esperanza simboliza el crecimiento que en esta materia están experimentando las cofradías; uno de los signos evidentes del importante crecimiento que en estos últimos años está teniendo la Semana Santa gaditana.
El palio brilló, ayudado por el sol que caía sobre la plaza de San Francisco a la hora de la salida; como también brillaron otros estrenos destacados como el dorado de varios pasos de misterio (Las Penas, Ecce-Homo, Despojado, Columna, Prendimiento o Nazareno), el nuevo misterio del Perdón o los candelabros que iluminan la Cena del Señor, sin olvidar el palio de Soledad que no vimos por las calles el año pasado.
Otro signo que evidencia la evolución positiva de las cofradías es el crecimiento en los cortejos procesionales. La mayoría de hermandades ha procesionado con más hermanos que años anteriores, habiendo saltos especialmente llamativos. La cima sigue siendo cosa de Sentencia, que este año puso en la calle 429 penitentes, a los que se sumaban el resto de integrantes del cortejo más nutrido de la Semana Santa. Varias hermandades hay ya por encima de los 300 nazarenos (lo que hasta hace unos años sólo ocurría, precisamente, con Sentencia) y otras tantas han crecido en capirotes, lo que demuestra una salud que deben cuidar las fiscalías con unos andares y unos ritmos de procesión más ágiles que los vistos en algunos casos este 2025.
Todos estos ingredientes han destacado en esta Semana Santa que hoy culmina y que ha vuelto a ser plena de cofradías. El Huerto ha sido el gran protagonista de este año, sin duda; por su regreso a las calles, que no pisaba desde el Jueves Santo de 2022; y por procesionar desde una nueva sede canónica, la iglesia de Santa Catalina, que se convirtió en un punto más que agradable y con mucho sabor cofradiero para ver esta salida a la que el tiempo que tantos lamentos ha ocasionado estos días le regaló una tarde insuperable que deja para el recuerdo estampas espectaculares del paso de la hermandad por el Campo del Sur.
Con el Huerto de regreso a las calles, ya como cofradía de la Viña y no de San Severiano (aunque durante la salida pudo escucharse en alguna ocasión referirse a la Virgen de Gracia y Esperanza como “Reina de Puertatierra”), la de 2025 ha sido la Semana Santa con más cofradías en la historia. 32, en concreto, tenían previsto procesionar, aunque sólo lo hayan hecho 30. Otro dato, el del repunto en número de procesiones, que evidencia esa tendencia al alza de la Semana Santa.
Otro gran estreno ha sido la carrera oficial, que ha presentado un evidente cambio en la plaza de San Juan de Dios con los nuevos palcos (tribuna de autoridades incluido) y que mejoraba considerablemente la calle Nueva con esas nuevas vallas mucho más estéticas que las anteriores y seguras al estar ancladas al suelo. No obstante, sigue teniendo el Consejo y el Ayuntamiento mucho trabajo por delante para seguir mejorando cosas y seguir enriqueciendo tramos de carrera oficial, tanto en la misma plaza de San Juan de Dios como en otros puntos del recorrido que realizan todas las cofradías.
Hablando de recorridos, hay que destacar igualmente en este balance de la Semana Santa de 2025 el descubrimiento que ha supuesto la Plaza de España. Dos cofradías, las que salen del Carmen, han transitado por este punto de la ciudad que poco a poco va creando atractivo entre los cofrades por su nueva urbanización y por la ausencia de coches, tanto aparcados como circulando. Prendimiento y Expiración lucieron sobremanera en esta gran plaza de camino a la carrera oficial, lo que confirma la apertura a las procesiones de otros puntos de la ciudad, como fueron también Canalejas o la calle Javier de Burgos (por donde transitó Descendimiento). Todo hace pensar, además, que de cara a 2026 se seguirán explorando itinerarios por parte de las hermandades, favoreciendo esta tendencia el nuevo recorrido oficial y su final en Palillero.
Se marcha, pues, una Semana Santa que recuperó las sensaciones de siempre; esas que contemplan el Jueves Santo con cuatro cofradías, gracias al empeño de los hermanos del Huerto por superar las dificultades encontradas en San Severiano para seguir abriéndose camino, ahora en Santa Catalina. Y esas que han mantenido, un año más, a los cofrades atentos al tiempo. Lo que viene siendo la plena normalidad.
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