Al final de la Semana Santa, en el ocaso de las procesiones previstas, con todo suspendido desde la Madrugada del Viernes Santo, el tiempo ha querido dar una tregua para permitir que la hermandad del Despojado regresara, una semana después, a Salesianos.

En Catedral ha permanecido toda esta Semana Santa el llamativo misterio de esta hermandad, la única que el Domingo de Ramos decidió echarse a la calle (si se omite el intento de salida de La Cena, que llegó a plantar su cortejo en el Compás de Santo Domingo) y que acabó refugiada en la Catedral por la aparición de la lluvia.

A las siete de la tarde convocó la junta de gobierno que preside José Antonio Camilleri la salida del numeroso cortejo que ha acompañado al Señor del Amor de regreso a extramuros; y a esa hora, el ‘alto al fuego’ de la meteorología era patente dejando incluso verse el sol en Arquitecto Acero.

En un trayecto en el que la hermandad tenía previsto tardar lo mismo que empleó el Domingo de Ramos en llegar a la Catedral (dos horas y media), ha regalado el Despojado a los cofrades y a la ciudad esta prórroga extraordinaria que ha sabido a oasis. Al fin un paso en la calle –el último– después de tantos días de suspensiones.