Desconsuelo y Humildad se reencuentran con su gente

La hermandad del Jueves Santo salió un año más desde su segunda casa, el Convento del Espíritu Santo

El Cristo de la Humildad y Paciencia, sentado sobre un calvario realizado con flores naturales.
El Cristo de la Humildad y Paciencia, sentado sobre un calvario realizado con flores naturales. / Andrés Mora
Teresa Almendros

EL PUERTO, 30 de marzo 2018 - 01:33

Un año más el Convento del Espíritu Santo se convirtió en la segunda casa de la hermandad de la Humildad y Paciencia, para realizar desde este templo su salida procesional. Hay que recordar que la sede canónica de la hermandad, la Capilla de la Aurora, se tuvo que cerrar en el año 2015 por el estado ruinoso que presenta.

La jornada de ayer jueves comenzaba con una serie de actos previos a la salida procesional, primero un desayuno de hermandad preparado por las Hermanas Comendadoras del Espíritu Santo en el salón anexo a la Iglesia y más tarde, a las doce del mediodía, el rezo del Ángelus y la entrega de obsequios en la Iglesia Conventual.

La hermandad promueve la confección de un nuevo techo para el palio de cara a 2019

Eran las cinco de la tarde cuando se abrían, puntualmente, las puertas de la iglesia del Convento para dejar asomar la Cruz de Guía de la hermandad, seguida poco después por el paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, con la imagen de su titular sentada sobre un bello calvario realizado con flores naturales.

Ya el año pasado se recuperaron las imágenes de Barrabás y Martillo, tras su restauración, mientras que aún queda pendiente la recuperación de los dos soldados romanos que completaban el conjunto escultórico.

Como cada año desde hace tres, cuando la hermandad parte del Espíritu Santo, las hermanas del Convento son fieles testigos del reencuentro del Cristo y la Virgen del Desconsuelo con su pueblo, con su gente.

La imagen del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia es una talla de autor anónimo, fechada en el último cuarto del siglo XVII o en la primera década del XVIII. La última restauración se le realizó en el año 1995 por parte de Enrique Ortega Ortega.

Poco después de la salida del Cristo salía a la calle Nuestra Señora del Desconsuelo, una talla de autor anónimo del siglo XVII vestida con la habitual saya de terciopelo blanco, bordada en oro por las monjas del Convento del Espíritu Santo, de nuestra ciudad. Pedro Emilio Manzano restauró la imagen en el año 2008, realizándole un nuevo candelero en madera de pino y limpiándole y retocándole la encarnadura de las manos y el rostro. La hermandad está promoviendo actualmente una comisión cuya finalidad sería recaudar donativos para la confección de un nuevo techo de palio para la Virgen, que estaría diseñado y realizado por David Calleja. Si se consigue un número mínimo de colaboradores, dicho proyecto se llevará a cabo para el próximo año.

El Paso del Desconsuelo iba exornado este año por bellos ramos de rosas blancas, dispuestos con mimo por los hermanos para embellecer el palio.

Ya con las imágenes en la calle, la salida es uno de los momentos elegidos por muchos portuenses para ver el paso de esta hermandad, así como la recogida, siendo uno de los momentos más bonitos la maniobra de giro que ambas imágenes tienen que hacer a la altura de la calle Albareda.

Como es habitual en esta procesión, un grupo de mujeres de mantilla acompañó a los titulares durante el recorrido, siendo esta una antigua tradición que no se pierde en el Jueves Santo.

Como cada año, el paso por la calle Zarza fue también muy esperado, sobre todo por las saetas que se les dedican a los titulares en esta zona del Barrio Alto.

El acompañamiento musical corrió a cargo de la agrupación del Cristo de la Humildad y Paciencia, en el paso de misterio, y de la banda de música Cuevas del Becerro, de Málaga, que acompañó un año más al palio.

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