El tren-tranvía que está en fase de homologación para su puesta en funcionamiento en la Bahía es un híbrido que funciona con sistemas más complejos que un tranvía propiamente urbano y que requiere de mayor potencia para circular también por la vía férrea, donde transitan también trenes de gran capacidad. Viaja con sistemas embarcados que requieren del abastecimiento de energía a través de las catenarias. Por eso se descartan opciones como la que ahora se están implantando en el centro de Sevilla. 

Prescindir de postes y cableado en el tramo isleño -en la calle Real- es inviable por ahora. La propuesta no tiene encaje porque se trata de proyectos distintos: un tren-tranvía y un tranvía urbano, más ligero. 

Por ahora, el Ayuntamiento isleño no se ha pronunciado con respecto al tema de las catenarias, que sin embargo despierta el recelo de comerciantes, hosteleros y vecinos del centro. El Consistorio -en lo que respecta al tranvía- tiene ahora otras preocupaciones: que se arreglen los desperfectos del pavimento en la calle Real y, sobre todo, que el tranvía se ponga de una vez en marcha, como en reiteradas ocasiones ha advertido el propio alcalde. 

Así que el debate en torno a la idoneidad de las catenarias y a su temido impacto visual en el centro ha pasado a un segundo plano en La Isla. El reciente comienzo de los trabajos para la instalación del tendido en el entorno de La Ardila y proximidades ha pasado prácticamente desapercibido tras casi seis años de obras y cuando la calle Real está a punto de abrirse de nuevo para subsanar el deterioro generalizado del enlosado (estos trabajos tan solo están a la espera de que se apruebe el plan especial de Janer, que dará a su vez el visto bueno a la subestación eléctrica).