"Nos han ayudado y puesto en contacto con mucha gente"

Son enfermeras y la crisis ha afectado a la profesión. Trabajan en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), pero cada vez menos y menos tiempo. Ya ni en diciembre las llamaron y el último contrato que tuvieron fue en Sevilla, lejos de la familia. Pero no quieren dejar de hacer lo que les gusta: ayudar, estar con el paciente, a su lado. "Te sientes realizada con tu profesión. Ésa es nuestra motivación", asegura Teresa Romero (en la foto a la derecha). Por eso comenzaron a perfilar su proyecto. Al principio, destinado a ofrecer cuidados paliativos a domicilio. "Buscábamos que las personas mayores sobre todo pudieran morir dignamente en sus casas", explica Santos Lebrero (43 años), pero entendieron que no había mercado. "Los estudios que hicimos nos mostraron que era muy difícil", reconoce. De ahí, que reconsideraran su idea inicial y la redirigieran hacia la atención de personas mayores, tanto con la apertura de un centro de día, como en la ayuda a domicilio.

"Nos entrevistamos con médicos, con enfermeros, con trabajadores sociales del Ayuntamiento isleño, fuimos a los centros de salud del área donde vamos a poner el centro -al Rodríguez Arias y al Cayetano Roldán- y vimos que hay un población mayor que pueden necesitar estos cuidados", relata Santos. Esa ayuda que pretenden dar se encamina a evitar la soledad de los ancianos. "Queríamos hacer talleres, rehabilitación y por ejemplo cocinar juntos", apunta. Pero no se puede hacer si en el futuro quieren concertar plazas en el futuro con la Junta de Andalucía. Comenzarán sin concertar, para luego adscribirse. Ya tienen el local: junto a la Iglesia Mayor, en el número 73 de la calle Real, que se ha visto afectado por las restricciones que marcan los planes urbanísticos y por la protección del área que marca Patrimonio, de la Junta de Andalucía. Pero ya están listos los planos, cuentan ambas sonrientes.

El pasado martes constituyeron la sociedad, Ángeles Teysa, para pronto poner en marcha su proyecto, en el que llevan trabajando más de un año. Primero, en la Universidad; luego, en el Cade de San Fernando, al que fueron desviadas. "Son una familia para nosotros. Cada mes hacemos un curso, están todo el tiempo asesorándonos, nos han puesto en contacto con mucha gente, nos han conducido hacia los organismos a los que teníamos que acudir", enumera Teresa (45 años).