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San Fernando

Coronavirus en San Fernando: Un momento oportuno para aficionarse al deporte

  • La carretera de la playa, la playa de Camposoto, el sendero del Carrascón y la Ronda del Estero son algunos de los espacios elegidos para el primer día de deporte durante el estado de alarma

  • La Policía Local controla los puntos más concurridos para que los ciudadanos cumplan las reglas de comportamiento de estas salidas

Acceso de la playa de Camposoto, este primer día de salidas para hacer deporte.

Acceso de la playa de Camposoto, este primer día de salidas para hacer deporte. / Román Ríos

Las ganas de salir a la calle después de varias semanas de confinamiento por el coronavirus ha hecho que una gran cantidad ciudadanos de San Fernando se hayan lanzado a hacer ejercicio, la condición marcada para disfrutar fuera de casa de esta desescalada del estado de alarma. Desde las seis de mañana se ha podido ver a personas en el sendero del Carrascón, y es solo un ejemplo, con la bicicleta, corriendo o en la mayoría de los casos caminando para ejercitar las piernas después de tantos días. Era evidente la ausencia de niños, desplazados sus paseos a partir de las doce del mediodía. También que para muchos es un buen momento para aficionarse al deporte.

Por decenas se podía contar los vecinos que sobre las ocho y media de la mañana han aprovechado la larga carretera de la playa para ejercitarse. Suele ser un lugar por donde circulan bicicletas, gracias a su carril bici, y por donde transitar quienes hacen del paseo a buen ritmo su modo de mantenerse en forma. Esta mañana, desde las seis de la mañana y seguramente después de las diez (hora límite para el deporte, según las normas del Gobierno) para quienes se apresuraban a volver a sus domicilios, la estampa era inusual.

Algunos patinadores y ciclistas compartían el carril bici, que discurre por una de las márgenes de la carretera de Camposoto. Han tenido que convivir con numerosos peatones y corredores, que también han ocupado la acera opuesta. Incluso, ante la escasez de coches, casi ausentes, los ciudadanos han invadido a pie o sobre ruedas la calzada en uno y otro sentido, bien para sortear a quienes iban más lentos, y sobre todo para intentar respetar las distancias de seguridad. 

Carretera de la playa con ciclistas y corredores por aceras, carril bici y calzada. Carretera de la playa con ciclistas y corredores por aceras, carril bici y calzada.

Carretera de la playa con ciclistas y corredores por aceras, carril bici y calzada. / Román Ríos

Pocos de los que discurrían por este camino a la playa cubrían parte de su rostro con mascarilla, en cierto punto incompatible con la realización de ejercicio por dificultar la respiración. Pero los había en el caso de quienes caminaban. Entre este grupo había personas de todas las edades, también mayores que optaban por este horario a pesar de la recomendación de que mayores de 70 años y vulnerables salieran a partir de las diez de la mañana.

En el acceso a la pista 1 de la playa tres vehículos de Policía Local comprobaban el cumplimiento de las reglas, especialmente en cuanto al uso del vehículo para desplazarse a la playa donde se podía hacer deporte -explícitamente está prohibido el uso del transporte público o privado para acercarse a un punto concreto para esta práctica-.

Pocos minutos después de que los agentes se marcharan hacia otro punto de la ciudad, otra pareja de agentes llegaban para cerciorarse del comportamiento ciudadano. En este caso, se adentraban en la playa. Lo hacían a través del acceso 1, el único disponible al estar la carretera en obras y el paso cortado al resto de entradas. El precinto de la Policía Local, con el que se advertía del cierre de la playa en semanas atrás, había sido retirado.

Las condiciones para llegar a la playa, a pie y en bicicleta, y por tanto complicadas para los surfistas habían persuadido a muchos de acercarse. Que fuera un día de pocas olas había hecho el resto. Apenas una decena podían observarse en el agua, contemplando la horizonte a la espera de algún resquicio para ponerse de pie en la tabla.

Un surfista con su tabla en un remolque para bicicletas. Un surfista con su tabla en un remolque para bicicletas.

Un surfista con su tabla en un remolque para bicicletas. / Román Ríos

Guillermo reconocía que "lo he echado de menos". En su caso la cercanía a la playa, al vivir en Camposoto, había sido determinante para que cogiera el camino con la tabla y la bici. "Quien vive en la otra punta de San Fernando lo tiene más difícil y si además han visto que las olas no eran muy buenas pues se han quedado en casa", apuntaba.

Santi del Río y Nacho Cercas se mostraban "muy contentos" a pesar de tocarles una "hora mala" para surfear. "Pero aprovechamos el momento y se viene", dejaba claro Santi. "Después de 50 días no nos ha costado nada madrugar", añadía entre risas Nacho. Ambos han llegado a la playa en bici, por separado y cada uno a una hora distintas, aclaraban.

La pareja de agentes de la Policía Local caminaba cerca. Ha tenido que intervenir para evitar que una joven se bañara. La acompañaban otras amigas, aunque iban adelantadas o más atrás, y terminan marchándose de la playa. Es el peligro de esta desescalada: que los adolescentes se lo tomen como una oportunidad de quedar con los amigos sin guardar ningún tipo de medidas de seguridad. Pasa lo mismo en el sendero del Carrascón: un grupo de chicos se retiran contando cómo han tenido que disimular ante la presencial policial, convencidos de que una de las personas que transitaban por este espacio natural ha advertido a la Policía Local de la situación. Cruzan la Ronda del Estero, a pesar de la insistencia de días, todos juntos, sin distanciamiento social.

La Ronda del Estero es otro de los trazados escogidos para pasear, correr y montar en bici. De nuevo, ante la escasez de coches, se sirven de la carretera para evitar cruzarse con otras personas. Algunos corredores comprueban su reloj o cronómetro. Queda poco para las diez de la mañana y las fuerzas, las piernas y los pulmones ya están flaqueando. Además, tienen que dejar paso a los mayores de 70 años y personas vulnerables.

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