Bahía Sur y el centro viven unas rebajas continuas pero sin bullicios
Escáner del comercio Comienzan las rebajas más tranquilas
La estrategia del comprador ha variado con respecto a otros años, los presupuestos fijados para las rebajas se han reducido o se han centrado en adquirir sus necesidades
Son tradicionales en estas fechas, a principios de julio cuando el calor lleva apretando ya alguna que otra semana, las imágenes de clientes apiñados, ropas en abundancia colgadas y otras por los suelos, dependientes a punto de explotar y acompañantes hartos de la larga espera. Unos buscan la mejor oferta, otros trabajan -aunque quisieran ser la otra parte- y algunos sufren -con queja o sin queja- sin más. Este año, sin embargo, la crisis ha mermado el bolsillo del ciudadano y las rebajas, en la mayoría de los casos, se han vuelto algo más tranquilas.
Tras la primera jornada, que suele deparar una aglomeración importante de personas -menor en esta ocasión-, ayer el aspecto de establecimientos en Bahía Sur y el centro era tranquilo. Nada de las reconocibles bullas por conseguir las prendas más rebajadas. Nada de las enormes colas que en otras épocas daban la vuelta a la tienda que, a pesar de todo, no conseguían acabar con la paciencia de los clientes. Tres cajas estaban abiertas ayer sobre la una de la tarde en H&M, abrían una más para evitar la acumulación de personas para pagar. En Mango la cosa estaba tranquila, lo que permitía mantener el comercio ordenado. "La gente suele venir más por la tarde, más fuera del horario laboral. Pero, no hay tantas personas como otras veces. Eso sí, la entrada de clientes es continua, constante", apuntaba una de las dependientas de esta tienda de ropa, ubicada en Bahía Sur.
Las condiciones en las que acudían a rebajas los ciudadanos han variado. Por supuesto, la situación económica ha influido en el grupo de los que entraban a las tiendas sin una idea preconcebida de qué iban a comprar. Algunos siguen la misma estrategia. El comprar por comprar, el vivir las rebajas por el simple placer de hacerlo, ha menguado.
Otro conjunto esperaba la inauguración de la época de rebajas con un presupuesto predefinido. Muchos, fieles a la tradición, también se han fijado una cantidad límite, aunque menor de lo habitual. La dedicarán mientras las rebajas aguanten a comprar prendas, zapatos o complementos por necesidad, o por simple antojo. Desde luego, quedan dos grupos. Aquellos que estrictamente compran lo necesario, lo que les hace falta, lo indispensable; y quienes esta vez obviarán las rebajas dada su situación económica, su apuesta por el ahorro o simplemente su decisión de no comprar.
Para los dependientes este panorama puede suponer superficialmente un respiro. Sin embargo, el trabajo que realizan para preparar el local para el 1 de julio, de comprobar qué productos quedan en tienda, de controlar la mercancía entrante, de ordenar el establecimiento de manera continua durante la jornada y de atender al cliente merma sus energías. La actividad sigue siendo frenética para muchos.
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