En los 20 años en los que el Polígono de Las Aletas ha centro de las miradas para el desarrollo de la Bahía de Cádiz, han sido muchos los proyectos que se han puesto sobre la mesa, y uno de ellos, el que de lejos ha obtenido más respaldo social, ha sido el llamado ‘Proyecto LARS: Las Aletas. Alternativa Real y Sostenible’. Fue la iniciativa impulsada por el Ayuntamiento de Puerto Real en la legislatura 2015-2019 bajo el gobierno de coalición de Si se puede y Equo.

En su redacción participaron colectivos como: la Asociación Bahía de Cádiz, la Mesa por el Empleo, la Federación de Sociedades Laborales de Andalucíua, la Asociación para la Mediación Socila (EQUA) y Ecooo Revolución solar, entre otros muchos. Además obtuvo el respaldo  del llamado G5 del ecologismo: Greenpeace, WWF/Adena, Ecologistas en Acción, Sociedad Española de Ornitología (SEO) y Amigos de la Tierra.

El objetivo fundamental era cambiar el modelo productivo, la realidad socioeconómica y la actual coyuntura medioambiental de la Bahía. La iniciativa, que fue registrada en forma de PNL en el Congreso de los Diputados, no obtuvo respaldo del Gobierno central ni de la Junta de Andalucía. No obstante, la administración autonómica, tras presentar Lógica, afirmó que algunas de las propuestas contenidas en LARS podían tener cabida en el proyecto y se comprometió a estudiarlas. La paralización de los avances en Las Aletas, dejó todo en el aire.

"Ni un ladrillo más, ni un metro de asfalto más", era uno de los estandartes de LARS, muy crítico con el proyecto original de Las Aletas y, posteriormente, con Lógica. Su propuesta iba encaminada a la recuperación ambiental de Las Aletas, a la puesta en funcionamiento de modelos de producción alternativos e impulsar economías sostenibles (azul, circular o del bien común.

El proyecto, en resumen, sustenta en cuatro áreas. Una 'Medioambiental', en el que se proponía un plan de recuperación de esteros y salinas. También el nacimiento de la 'Escuela Taller para la regeneración y recuperación de Las Aletas', que en su primera fase actuaría sobre la rehabilitación de la antigua Casa Cuna. El planteamiento del proyecto señalaba la posibilidad de crear el 'Centro Apícola Marismeño 'La Cerería', para la producción de miel marismeña y la investigación, cría y reproducción de la abeja silvestre y el abejorro.

El proyecto alternativo no pasaba por alto el valor del patrimonio histórico y etnográfico de Las Aletas. Por ello contemplaba un 'Área Cultural', que iba desde la creación de catálogo del patrimonio desconocido a la reconstrucción del Molino de Mareas Goyena como Centro de Interpretación y Museo Etnológico de la marisma tradicional, presupuestada en 800.000 euros. La reproducción de una salina romana, una marisma escuela o el uso de Las Aletas para turismo deportivo o cultural, con una "ruta fenicia", también tenía cabida.

Pese a que el proyecto se presentó como una alternativa a la idea original, algunos aspectos que se ofrecieron en el 'Área Económica', la tercera pata del proyecto, se mantenían. La necesidad de poner en marcha "una zona de Actividades Económicas, Logísticas, Científicas, Empresariales y Medioambientales en la Bahía de Cádiz", que se recogía en el Protocolo firmado entre el Estado y la Junta de Andalucía hace diez años, seguía vigente en el nuevo proyecto. Claro está que con importantes matices en base a los condicionantes impuestos por la sentencia del Tribunal Supremo que impone una serie de límites infranqueables al desarrollo del proyecto: debe concentrarse en el espacio no sometido al régimen de Dominio Público Marítimo-Terrestre. A ello sumaron la necesidad de apoyar el desarrollo, recuperación y rehabilitación de espacios industriales de usos logísticos o productivos de los polígonos y espacios industriales ya existentes.

Hasta 25 talleres se proponían en el 'Área de Producción', dentro de la creación de una Escuela Taller de Rehabilitación, Recuperación y Regeneración de la Bahía de Cádiz. Era el apartado más extenso y completo y el que recogía un mayor número de propuestas, la mayoría de ellas ya cuantificadas en el número de empleos que generaría, el espacio necesario para su implantación y el coste que tendría su puesta en marcha. Ahí figuran proyectos como la depuradora de mariscos, la producción de sal y pescados de esteros o la construcción del Centro de Investigación e Innovación Tecnológica.