Una tormenta es una agitación intensa de la atmósfera que puede incluir precipitaciones, ráfagas y otras clases de fenómenos. De acuerdo a sus características, puede hablarse de tormenta de nieve, tormenta eléctrica o tormenta solar, entre muchas otras.

En el caso concreto de la tormenta tropical, que es lo que nos ocupa, la noción refiere a un ciclón que genera vientos de gran intensidad y precipitaciones copiosas. Como su nombre lo indica, las tormentas tropicales suelen desarrollarse en zonas cercanas a los trópicos.

Algunos huracanes han tenido unos efectos devastadores

La tormenta tropical es una tormenta de tipo ciclónica: el ciclón (un huracán, con vientos que giran en círculos) obtiene energía cuando el aire húmedo se condensa. En el hemisferio sur, el ciclón rota en el mismo sentido que las agujas del reloj, mientras que en el hemisferio norte la rotación se lleva a cabo en el sentido contrario.

Además de vientos y lluvias, la tormenta tropical puede generar olas muy grandes y marejadas. Como consecuencia de estos fenómenos, es habitual que estas tormentas provoquen inundaciones en las regiones costeras.

La diferencia entre una tormenta tropical y un huracán radica en la intensidad de los vientos. En una tormenta tropical, van desde los 64 km/h y hasta los 117 km/h, mientras que los de un huracán van desde 118 km/h y puede alcanzar hasta los 250 km/h.

Otra de las diferencias es el ojo: mientras en una tormenta hay bandas nubosas en espiral, que giran en contra de las manecillas del reloj, en un huracán, además de estas bandas perfectamente definidas, se puede observar un ojo en el centro.

Lo curioso es que cuanto más pequeño es el ojo, más intenso será el ciclón.

En cuanto a la intensidad, una tormenta tropical puede generar estragos, pero un huracán tiene más cantidad de agua, por lo cual los daños serán mayores.

Los huracanes, por la intensidad de sus vientos y los daños que generan, se miden por la escala Saffir-Simpson, que comprende del 1 al 5.