Inmigración

De la guerra a San Roque

  • La mayoría de las personas que el ‘Open Arms’ trasladó ayer a Crinavis huye de Somalia, que vive un conflicto civil desde hace 27 años

Algunos de los recién llegados ayer a Crinavis.

Algunos de los recién llegados ayer a Crinavis. / Efe

Somalia vive en el caos más absoluto desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, lo que dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra. El grupo yihadista Al Shabab, que anunció en 2012 su adhesión a la red Al Qaeda, controla parte del territorio y combate con el fin de instaurar un estado islámico de corte wahabí.

La grave sequía del año pasado provocó que 6.2 millones de personas, la mitad de la población, estuviera en necesidad de ayuda humanitaria, con los niveles de malnutrición de los niños altos, según denunció Acnur. Por aquel entonces emprendieron la huida muchas personas. 101 de ellas llegaron ayer a San Roque a bordo del Open Arms, que las rescató el viernes 21 en aguas de Libia junto a otras personas en similares circunstancias procedentes de Costa de Marfil (62), Malí (37) y Sudán (32) y, en menor número, de Nigeria, Guinea, Burkina Faso, Camerún, Chad, Egipto, Gambia, Senegal, Palestina, Ghana, Siria, Liberia, Togo, Níger y Sierra Leona. En total parece que el último recuento eleva el número a 308, después que fuera evacuados por el camino un bebé enfermo y su madre, así como un adolescente que viajaba solo y necesitaba ayuda médica urgente.

Quienes estuvieron cerca de ellos en el momento de pisar el Campo de Gibraltar afirman que estaban nerviosos tras descubrir el amplio dispositivo de la Guardia Civil y la Policía Nacional, pero felices de haber conseguido llegar a buen puerto tras una odisea de una semana en el mar. Y agradecidos a España por haberlos acogido mientras una ristra de países les cerró la puerta en la cara.

Pocos minutos antes de las 9:00, en una mañana bastante fría y con la neblina propia de diciembre, el barco atracó en el muelle de Crinavis, cerca del antiguo centro de formación portuaria e industrial ubicado en las instalaciones de la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras (APBA) donde funciona el Centro de Acogida Temporal de Extranjeros desde el pasado 3 de agosto.

Cualquiera que viera la escena en Crinavis diría que se estaba ocultando algo malo. O como mucho, que un grupo de paparazzi se habían congregado para pillar a alguna famosa en bikini. Pero nada más lejos de la realidad. El grupo de periodistas que acudió a informar de la llegada de estas personas rescatadas a 50 millas de Trípoli fue relegado a hacerlo desde lejos, detrás de una valla, pese a que lo que se desarrollaba en la distancia era un acto de solidaridad encomiable en el Día de los Santos Inocentes. Nada que esconder.

Cinco países se negaron a acogerlos

El Gobierno español autorizó al barco a desplazarse hacia aguas territoriales españolas hace una semana después de que Libia, Italia, Francia y Túnez ni siquiera respondieran a la llamada de auxilio y Malta se negó a su desembarco.

En el Open Arms llegaron 139 menores, que fueron atendidos por Save The Children. Inmediatamente, los responsable de la ONG detectaron “especial vulnerabilidad” en ellos. Lo prioritario en estas primeras horas es determinar la edad de los migrantes, hablarles en su lengua y intentar que expliquen ellos mismos los motivos por los cuales han emprendido su viaje migratorio con el fin de que se les informe de las opciones que tienen en España.

Los menores no acompañados serán alojados en los centros de la Junta de Andalucía situados en La Línea y Algeciras y el resto será atendido en el mismo Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE).El barco permaneció aproximadamente una hora en el muelle sanroqueño con bandera amarilla, mientras era inspeccionado por la Guardia Civil para garantizar la legalidad de las operaciones. Tras una primera atención médico-sanitaria a cargo de voluntarios de Cruz Roja, las ONG comenzaron un proceso que durará hasta el domingo hasta establecer la situación de cada uno de los migrantes, en función de su nacionalidad, su edad y si han sido víctimas de trata de seres humanos.

El jefe de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja Española, Íñigo Vila, confirmó que habían llegado “en buen estado”. “Ya venían atendidos en el barco, donde había personal facultativo velando por la salud de todo ellos”, explicó Vila. Los voluntarios los recibieron a pie de muelle para que se sintieran acompañados, les hicieron un pequeño triaje médico y les dieron de comer y beber antes de pasar a la custodia policial, que se encargó de la reseña y la filiación.

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