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Medio Ambiente

Un peligro que no termina de desaparecer

  • La Estrategia Andaluza contra el Veneno ha conseguido reducir más de un 50% el uso de los cebos envenenados en la provincia en los últimos 14 años

Agentes de la Brigada de Investigación contra el Veneno inspeccionan un cuarto de aperos.

Agentes de la Brigada de Investigación contra el Veneno inspeccionan un cuarto de aperos.

Un pastor de Villaluenga del Rosario fue condenado recientemente a una pena de seis meses de prisión y a la inhabilitación especial para el ejercicio de la caza y la pesca durante dos años por colocar cebos envenenados y lazos ilegales de caza para matar a la fauna.

Esta es la única sanción por vía penal que se ha impuesto hasta ahora, aunque desde la Delegación Territorial de Medio Ambiente se trabaja contra estas prácticas desde el año 2004 a través de la Estrategia Andaluza contra el Veneno. Francisco Javier Rodríguez, jefe de Servicio y Gestión del Medio Natural, y Joaquín Aniceto, coordinador provincial de los agentes de Medio Ambiente, forman parte de la unidad radicada en la provincia de Cádiz.

El tema de los cebos envenenados era una práctica habitual en el campo hasta hace pocos años. “Estas sustancias herbicidas o insecticidas son altamente tóxicas, ya que con muy poca cantidad se puede matar a mucha fauna”, advierte Joaquín.

Sus usos van enfocados a proteger al ganado de los depredadores, contra los depredadores que comen perdices o conejos en la caza menor, y hay una última motivación muy curiosa: la venganza contra los dueños de algunas extensiones ganaderas. “Los intereses son cinegéticos, ganaderos y hay también casos de personas que meten cebos envenenados en un coto para que se tomen medidas contra él y suspendamos la actividad”, explica Joaquín.

El uso de estas sustancias tóxicas se prohibió en 1983, pero aún queda un importante remanente en el mercado negro

Los cebos se presentan bajo diversas formas: trozos de pollo, albóndigas, embutidos e incluso dentro de una magdalena, como se encontró en una zona próxima a un área recreativa. “Se ponen queriendo eliminar una problemática concreta, pero pueden afectar a muchas especies y hasta a las personas. Son medios muy poco selectivos”, afirma el agente de Medio Ambiente.

Tienen efecto, sobre todo, en las especies necrófagas y en cualquier ave que coma carroña. “El descenso del quebrantahuesos y su práctica desaparición fue a causa de los cebos envenenados. El alimoche también vio mermada su población, así como el águila imperial, que caza conejos o perdices pero que cuando escasean las presas se lanza por cualquier trozo de carne. Aún así, los cebos envenenados no van dirigidos a la fauna silvestre específicamente, si no a perros o gatos asilvestrados que hacen mucho daño a la caza o la ganadería”, subraya Joaquín.

Aunque el uso de las sustancias tóxicas que se utilizaban en el campo están prohibidas desde 1983, “hay mucho remanente e imagino que habrá un mercado negro al respecto”, apunta Francisco Javier. Tal es así que hace unos años la unidad contra el veneno encontró en Arcos un bote de Aldicarb, un potente plaguicida y una de las sustancias más empleadas, con el que “se podría acabar con una población media como Puerto Real o San Fernando, en teoría”, dice Joaquín.

Agentes con un perro de la Unidad Canina en una extensión ganadera. Agentes con un perro de la Unidad Canina en una extensión ganadera.

Agentes con un perro de la Unidad Canina en una extensión ganadera.

No obstante, existe una legislación al respecto y controles por parte de la Consejería de Agricultura de los productos fitosanitarios y registros sobre quién los compra y a qué van dirigidos. Desde 2004, año en que se puso en marcha la Estrategia Andaluza contra el Veneno, ha descendido el uso de estos cebos más de un 50% en la provincia y se han abierto 15 expedientes sancionadores por vía administrativa y la condena antes citada.

“Ahora hay un efecto disuasorio potente -sostiene Francisco Javier- pero el uso del veneno para eliminar las alimañas era algo arraigado en el campo y cuesta erradicarlo”. “También es verdad que las nuevas generaciones están más concienciadas y van asimilando que no es bueno utilizar estos cebos”, añade Joaquín.

Desde la Brigada de Investigación contra el Veneno se hacen inspecciones preventivas aleatorias con la unidad canina o en determinadas fincas que se establecen previamente ya sea por antecedentes, por el tipo de aprovechamiento o por su actividad. También se llevan a cabo inspecciones urgentes por un posible caso de envenenamiento o por denuncias de los propios dueños, compañeros o vecinos. El objetivo en este caso es básico: fomentar la prevención social intentando buscar aliados en el campo.

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