Casi la mitad de las 310 personas que navegan por el Mediterráneo rumbo a Algeciras a bordo del Open Arms son menores de 18 años. En concreto, según fuentes de la ONG, hay 139 adolescentes y niños que el viernes está previsto que lleguen al Campo de Gibraltar. Lo harán a un punto todavía no determinado por el Gobierno de España, que guarda silencio desde que el pasado sábado informara de que había contactado con Salvamento Marítimo, ante la negativa o falta de respuesta de los puertos más cercanos al barco de rescate, para autorizar su desplazamiento hacia aguas territoriales españolas.

El Gobierno anunció esta decisión después de que el barco, de bandera española, contactase con los países más cercanos para desembarcar a los migrantes. De ellos, Libia, Italia, Francia y Túnez no respondieron y Malta negó a su desembarco. Desde entonces no ha explicado donde va a atender a estas personas, si las llevará al Puerto de Algeciras para distribuirlos por distintos lugares o directamente los llevará a las instalaciones del Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) del muelle de Crinavis, en San Roque.

El Ayuntamiento de Algeciras desconocía al cierre de esta edición el destino concreto de estas personas. Tampoco lo sabía la Junta de Andalucía, según explicó la presidenta en funciones, Susana Díaz, quien reconoció que no tiene información de esa llegada y que el Gobierno central no le ha comunicado hasta el momento nada al respecto. Susana Díaz consideró necesaria una respuesta colectiva por parte de Europa al problema de la inmigración a través de una cumbre, para evitar que partidos “racistas” provoque enfrentamientos “sin pudor ni complejos”.

Las 310 personas que viajan en el Open Arms fueron rescatados por la ONG del mismo nombre en alta mar a unas 50 millas al noreste de Trípoli. Entre los naufragos había un bebé que fue evacuado porque se temía por su vida. También abandonó el buque un chico de 14 años porque sufre una infección profunda en la piel con evolución agresiva. Lo trasladó a un centro hospitalario un guardacostas italiano. El domingo, el barco lanzó un mensaje de socorro: necesitaba comida, medicinas y mantas. El lunes le alcanzó el Astral, otro barco de la ONG, que le suministró víveres para que siguieran aguantando el viaje. Ahora ambas embarcaciones navegan juntas hacia Algeciras.

Aunque en el Open Arms no se organizó la tradicional cena de Nochebuena para respetar el descanso de sus ocupantes, sí que se han organizado pequeñas actividades navideñas que han hecho que los niños sonrían por una horas, según relatan tres periodistas que viajan a bordo del barco: Sara Alonso, Olmo Calvo y Fabiola Barranco. Los testimonios se conocen a través de las cuentas en las redes sociales de Proactiva Open Arms: “Hoy es Navidad. Celebramos la vida con mayúsculas, el mayor regalo para todos a bordo #OpenArms Gracias a cada una de las personas que lo hacéis posible, porque sois el motor que nos empuja cada día y sin vosotros sus vidas no serían posible”, escribió ayer la ONG.

A finales del noviembre, la ONG anunció que volvía al corredor entre Libia e Italia, el más mortífero del mundo, para proseguir con las tareas de rescate de personas migrantes ante la “inacción deliberada” de la Unión Europea en esta crisis migratoria y a pesar del riesgo de que de Malta o Italia les impida desembarcar en puertos seguros. “Seguiremos operando como hasta ahora, respetando el derecho internacional y navegando en aguas internacionales, como hemos venido haciendo siempre, y veremos qué pasa cuando rescatemos”, dijo Óscar Camps, director de la ONG, durante la rueda de prensa en la que anunció la vuelta de Open Arms a esta zona del Mediterráneo y tras quedar inoperativo el convenio firmado con el Ministerio de Fomento para colaborar con Salvamento Marítimo en los rescates en el Estrecho de Gibraltar.