Cuchillo sin filo

José Pettenghi Lachambre

El veraneo chusmeta

30 de julio 2008 - 01:00

LLEGADOS a su ecuador, me reafirmo: el verano es pringoso, peligroso y hortera. El verano obliga a que todo, además de vulgar, deba ser refrescante, música, noticias, fotos... no sabes cómo detesto esa palabra que en realidad significa 'para tontos'. Es el momento en el que los funcionarios culturales municipales esperan para explotar su rollo moderniqui y programar, un poné, "Bodas de sangre" sobre patines, fusión -aquí gusta mucho la fusión- de los campanilleros de Moldavia junto a Sergio y Estíbaliz, y tirando la casa por la ventana, se traen a un paleocantante de permiso estival en el geriátrico, acompañado a la batería por su nieto. Mientras, intentas sobrevivir a los aires acondicionados, a las deshidrataciones, al montadito de salmonela, al garrafón, a las colas, a las quemaduras solares, a los mosquitos y otros bichos a granel.

Jamás entenderé cómo la gente queda deslumbrada por el brillo hortera del verano, apenas una imitación, una versión cutre del veraneo de los famosos, con menos glamour que una furgoneta de escombros, en chanclas, pantalón corto y camiseta sobaqueira. Y en la playa, modelos de bañador que ya no lleva ni Rouco Varela, bronceados radiactivos, play boys de pedanías y la versión agropecuaria de Flavio Briatore con el agua por la barriga y satireando a todo lo que se mueve... Cádiz, el veraneo chusmeta.

Por si fuera poco aparece gente rara con costumbres estrafalarias: son sevillistas, rocieros y cofrades de "La Bofetá" ¡todo a la vez! y con la discografía completa de "Siempre así". Fuera de su hábitat natural es fácil detectarlos pues piden bienmesabe en vez de adobo y leen el ABC bajo una sombrilla de Cruzcampo. Huyen del calor -son refugiados térmicos- y a mí me dan cierta compasión pues pagan una fortuna por un loft con vistas al mar, que en realidad es un cuchitril en La Curva. Da igual, son muchos y cada año hay más. El Ayuntamiento daría algo por empadronarlos -qué manía por empadronar a la gente- pero como no puede, tal vez se siente obligado a hacerse el gracioso ante estos extraños visitantes y programa cosas que no tienen ninguna gracia.

Además los canis están de vacaciones -¿de qué descansan?- y andan por ahí a todas horas con sus amotitos dedicados a sus cosas de gritar y meter ruido.

Y aquí venga a fomentar el verano haciendo creer al personal que "eso" es la temporada alta. A este paso Cádiz tendrá sólo dos estaciones: el verano y la del tren.

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