
Quousque tandem
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Quizás
Araíz de una serie de cambios en su programación, se discute estos días mucho sobre el papel que debe de tener la TV pública en un mercado que ha cambiado tanto. El hecho no es novedoso, y conviene recordar que las críticas se lanzan siempre por medios que compiten con la televisión pública por la misma audiencia. También hay opiniones muy severas que surgen del interior de la propia RTVE. Son las que más han de ser escuchadas, aunque casi siempre provienen del pasado y olvidan que la coyuntura audiovisual y de la comunicación en general en el 2025, no es la misma que cuando nació TVE.
Pero hay cuestiones indiscutibles. Un medio de comunicación público, costeado por todos los ciudadanos, tiene como misión informarles con criterio independiente de influencias políticas y económicas, siendo un lugar de encuentro y debate entre las diversas opiniones. Su tarea trasciende las ambiciones comerciales, y debe de ser un espacio que informe, entretenga y conecte a las personas, fomentando valores positivos y promoviendo la diversidad cultural, la inclusión de las minorías y la democracia. La televisión pública será un pilar de toda sociedad democrática si presenta las noticias, no de modo partidista, sino con análisis de calidad que permitan a las personas formarse opiniones informadas sobre los acontecimientos.
Respecto al entretenimiento, la TV pública no puede quedar al margen de los contenidos que puedan atraer a las audiencias mayoritarias, por la simple razón de que un medio que carezca de seguidores no existe, y por lo tanto un medio que es de todos debe de intentar interesar al mayor número posible de la población. Su vocación debe de ser servir a todos, no sólo a las minorías, lo que se traduce en competir con el resto de los jugadores por ser cada día y cada hora, la compañía que los espectadores elijan tener. Pero la televisión pública tiene también la responsabilidad de enriquecer culturalmente a su audiencia con contenidos que estimulen el pensamiento crítico y el aprendizaje. No todo vale. La TV pública debe llegar a donde la iniciativa privada no lo hace, pero también ha de establecer y definir el espacio cultural común de calidad audiovisual para toda la ciudadanía. Si lo hace es un medio fundamental, tanto como sostén del sector, como de la democracia. En caso contrario es prescindible y podemos ahorrárnosla.
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