
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Hemos fracasado?
Su propio afán
Feijóo juega al despiste. No sabemos si prefiere pactar con el PSOE “güeno” o si pactar con Vox. Bueno, saber, saber, sabemos que preferiría una mayoría absoluta tal que Ayuso, y, si no, tener de paje a Page. Pero a lo primero no llega y lo segundo se le ha escapado hasta ahora y ha tenido que pactar con Vox (Valencia-Baleares-Murcia). La indefinición (salvo en las últimas generales, donde fue letal) le iba bien.
Pero ahora mismo, está en un jardín de senderos que se bifurcan. Sánchez está peor, claro, porque yace en una ciénaga, pero Feijóo tiene que decidirse. Los tiempos se están acelerando una barbaridad y él debería aclarar su mensaje político. O dirigirse a los asqueados votantes de la izquierda y presentarse como la socialdemocracia auténtica que hará lo mismo que el PSOE pero bien. O aceptar que va a tener que pactar con Vox y, en consecuencia, dejar de demonizar a su futuro socio. Y competir con él en dureza opositora a Sánchez. Si optase por este sendero, la moción de censura ya está tardando.
La vacilación le descoloca. Los votantes de centro izquierda, que no tendrían problemas en votar a Borja Sémper, ven con terror la posibilidad de que sus votos acaben sosteniendo políticas de Vox. Y en el momento menos pensado el PSOE puede reinventarse como partido de la regeneración con Madina al frente, robándole la tostada al indeciso Feijóo. Los votantes de centro derecha, que no verían mal un pacto con el Vox verdadero, también se espantan de un posible pacto con el Vox de cartón piedra que le dibujan Feijóo y sus estrechos colaboradores un día sí y otro también. Tampoco ayuda al futuro pacto con Vox la exasperación que provoca en Abascal y los suyos el constante acuerdo del PP con los socialistas en Bruselas. Feijóo va del guiño al socialismo “güeno” al pellizco desdeñoso a la derecha mala, pasando por el pacto con el socialismo real.
Lo que yo prefiera es indiferente. La clave es que Feijóo prefiera algo, lo que sea. Le puede pasar, si no, como al asno de Buridán. Lo del asno no es insulto, sino apólogo clásico que ilustra los peligros de una voluntad paralizada entre dos montones de heno. El asno, incapaz de encontrar motivo alguno para inclinarse por uno u otro, termina muriendo de hambre. En el caso de Feijóo, muriendo de otra inservible mayoría simple.
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