Los senadores romanóos

CIERTO día, se propuso en el Senado romano que se pusiera uniforme a los esclavos para poder identificarlos por la calle. Enseguida se desechó la idea por peligrosa: los esclavos podrían darse cuenta de que eran muchos, casi mayoría. Lo cuenta Edward Gibbon en su "Decadencia y caída del imperio romano".

Por aquí todo seguía igual en 1968, cuando Paco Alba sacaba a la calle a sus senadores romanos cantando: "Salve Júpiter y Apolo/ Salve César imperial/ sálvese de cualquier modo/ que está la peseta mu devaluá". Al límite de la crítica, pues lo que quería decir es que Franco se merecía el Premio Nóbel de Química al haber transformado la peseta en una mierda. Los explotadores eran los mismos que en la Roma antigua, seguían gozando de idénticos intereses y los defendían con el mismo control. Eso no quita para que, con Franco ya difunto, la comparsa "España y olé" (1976), dedicara al Muertísimo un sentido pasodoble: "No en vano prevalece de España la paz/ herencia sin igual que un Gran Hombre dejó/ y al pueblo que luchó bajo su bandera/ salvo algún malnacido que ni tan siquiera/ merece llamarse españoool."

Ya ves.

Y, fíjate, hoy cuarenta años después, seguimos igual. Los abusos de poder, la mangancia, las estafas bancarias, los despidos, los desahucios o la pérdida de la cobertura sanitaria parece que son cosas que les ocurren a otros. Aún no nos hemos dado cuenta que somos mayoría frente a senadores trincasobres, a senadores de puertas giratorias, a senadores con tentáculos, a senadores que se oponen a que se quiten símbolos franquistas (el mejor argumento para quitarlos). Aún no percibimos que somos mayoría frente a los abusos Nóos, a la justicia A para ricos y justicia B para pobres, en fin, frente a una España rancia que se resiste a desaparecer.

Sólo se trata de defender el tipo. Y por lo que se oye en el Falla estos días, hay esperanza.