Manual de disidencia
Ignacio Martínez
El Rey predica en el desierto
SE cuenta que cuando Fernanda y su hermana Bernarda fueron a trabajar en el Pabellón Español de la Feria de Nueva York, las alojaron en un fantástico hotel de muchas alturas no sé bien en que avenida, si la famosa V o la II. Las hermanas de Utrera se asomaron a una ventana desde donde se divisaba el paisaje único de una ciudad de rascacielos. Fue en esta primera mirada en donde una hermana, con cierta congoja, preguntó a la otra: ¿Por dónde crees tú que quedará Utrera, por allí o por allá?
Como las geniales cantaoras flamencas me asomo a mi balcón de la bahía para preguntarme a mi mismo por Ucrania, dónde quedará Ucrania. Sé que los sentimientos son distintos completamente pero la interrogante de localización la llevo como la llevaban mis admiradas flamencas de Utrera. Exactamente dónde queda Ucrania, ¿por mi derecha, mi izquierda, mi delante, mi detrás? Acabo de ver imágenes parecidas en varios telediarios y sé que ya están ocultando a los niños muertos, los heridos, las destrucciones. Veo milicianos llamados "pro" rusos, veo policías del Estado, militares. Veo el rostro idéntico de la violencia en forma de un grupo de policías custodiando una puerta con escudos y como les lanzan ladrillos a los pies, que no cubren los escudos. Luego la cámara va a negro e inmediatamente se ven forcejeos, maltrato, golpes, sangre.
Así empezó Siria. Primero las imágenes fueron tímidas aunque expresivas, luego ya francamente obscenas. Ya sé que las guerras son así, lo he visto en las películas. Pero ver las guerras no es vivir las guerras. Y en Siria, en Ucrania se está viviendo ya una guerra que llegará a ser sin cuartel. Sin que podamos hacer nada. Digo que oiremos gritar al Papa Francisco y se llenarán de cabildos las televisiones europeas y norteamericanas, cabildos de líderes con caras de preocupación y palabras falsas, pero se impondrán los intereses y se trata de Rusia, a la que pretendían "quitar" Ucrania de su zona de influencia. El oso de las estepas siberianas si se despabila da un zarpazo cuyo chasquido se oye por la nieve. Estaba llena de pro rusos, estaba invadida o controlada por los rusos, cuya expansividad se remonta a Pedro el Grande.
¿Qué hacer? Me lo preguntaban hoy a cuenta de las cuitas andaluzas. Recordé las viejas lecturas de Sartre, El Ser y la Nada. Y también El Muro. Porque seguiremos arañando un muro, las manos llenas de sangre, el martirio de las uñas y los mismos canjilones que dan vueltas y vueltas llenos de sangre.
Tengo una idea de por dónde queda Ucrania si miro el mar: En el infierno.
También te puede interesar
Lo último