J. M. Marqués Perales

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LA pinza, antítesis del pacto

A Julio Anguita, elogiado antes por el PP y hoy por Vox, y Aznar le unían en esos años noventa el rechazo al PSOE de González

Algo unía a Julio Anguita y José María Aznar en los primeros años noventa: un rechazo de aromas africanos hacia el Partido Socialista de Felipe González. Anguita formuló el marco teórico, y Luis Carlos Rejón lo ejecutó en Andalucía entre 1994 y 1996. Fue la legislatura de la pinza, nada que ver con lo actual, por más que el PP se empeñe en comparar la minoría de Juanma Moreno en la Cámara con aquellos tiempos en los que, por primera vez, el PSOE pudo haber perdido el Gobierno de la Junta. Anguita, hoy elogiado por Vox, ayer por los simpatizantes del PP, aunque no le votasen, entendió que el único modo de que Izquierda Unida tuviera una utilidad real en la gobernación del país pasaba por el hundimiento previo del PSOE, que se produciría por los casos de corrupción en los que se vieron envueltos los últimos gobiernos de González y el adelantamiento (sorpasso) electoral de su coalición. El dirigente cordobés formuló aquello de la estrategia de las dos orillas, un concepto de difícil comprensión porque el símil sólo pretendía ocultar una alianza estratégica con la derecha para echar al PSOE.

Luis Carlos Rejón se aplicó a ello, después de que las elecciones autonómicas de 1994 dejasen a Manuel Chaves en una posición muy débil en el Parlamento: 45 escaños socialistas, a una decena de la mayoría absoluta. En vez de negociar su entrada en lo que hubiese sido el primer Gobierno de coalición, Rejón, líder andaluz de IU, se alió en el Parlamento con el PP de Javier Arenas. "Ahora gobernará el Parlamento", aseguró Rejón, lo que significó que nadie pudo gobernar.

Una vez repartidos los cargos de extracción parlamentaria, como Canal Sur y el Defensor del Pueblo, y la Mesa de la Cámara, que recayó en Diego Valderas, PP e IU no dejaron aprobar ni un solo Presupuesto. Es más, modificaron tanto el último proyecto en el trámite parlamentario que el Gobierno de Chaves tuvo que retirarlo por irreconocible. El presidente se cansó, y convocó unas elecciones en las que los electores de IU se cansaron del cuento de las dos orillas, castigaron a Rejón y Chaves logró 52 escaños. Allí se acabó la pinza, un artilugio que el mismo líder de IU le regaló a Javier Arenas en una comisión parlamentaria.

En Alemania han pactado democristianos, ecologistas y liberales. Eso es un pacto, la pinza fue una alianza para la obstrucción de un Gobierno; es decir, todo lo contrario. Juan Espadas vivió la legislatura de la pinza como escudero de Manuel Pezzi en la Consejería de Medio Ambiente. Votará con Vox lo preciso, otro poco con el PP, no va a caer en ese error. Ni lo pretende.

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