Una paz precaria

05 de octubre 2025 - 03:06

Miles de personas se manifestaron esta semana en Andalucía contra la matanza de población civil en Gaza, el gueto en el que habían confinado a dos millones de personas las ocupaciones militares de Israel desde 1948. La Franja tiene 365 kilómetros cuadrados. En un territorio como el municipio cordobés de Baena viven los habitantes de toda la provincia de Sevilla. Las protestas en Europa ha coincidido con el abordaje en aguas internacionales a la flotilla que ha recorrido el Mediterráneo en un intento simbólico de llevar ayuda humanitaria. Los 70.000 muertos palestinos han hecho perder la batalla de la opinión pública a Netanyahu.

El alegato del primer ministro israelí en Naciones Unidas lo dejaba en evidencia. Dijo que no se puede premiar el terrorismo de Hamas dándole un estado palestino. Pero sí se premió el terrorismo sionista de los años 30 y 40 con el estado de Israel. Por ejemplo, la voladura del Hotel Rey David de Jerusalén, sede de la Autoridad Británica de Palestina. Lo ejecutó un comando del Irgún dirigido por Menajem Beguin, causó 92 muertos. Tras la creación del estado de Israel el Irgún se convirtió en el partido nacionalista Herut, uno de los fundadores de la coalición Likud, clan de Beguin y Netanyahu. Otro argumento del primer ministro sionista en la ONU para negar el derecho de los palestinos a tener un estado es que Hamas no acepta que exista el estado de Israel, pero él tampoco acepta un estado palestino.

“No se puede dar un estado a unos fanáticos”, es otra frase de Netanyahu, jefe de un gobierno de fanáticos ultranacionalistas y ultraortodoxos. El martes se cumplen dos años de los atentados de Hamas que han provocado la destrucción del gueto de Gaza. Y hoy es un día crucial para saber si ambas partes aceptan un plan de paz de Estados Unidos. Devolución de rehenes, desarme de Hamas, desaparición del grupo fundamentalista islámico y una reconstrucción en la que hay mucho dinero a ganar, incluido el ex primer ministro británico Tony Blair. El terrorista Beguin llegó a primer ministro y premio Nobel de la paz. Un honor al que ahora aspira Trump. Un reconocimiento muy devaluado, como esta paz precaria, que bienvenida sea.

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