
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Propaganda hilarante
He oído en la radio que una institución española de carácter religioso, cuyo nombre no recuerdo pero claramente vinculada a la ultraderecha, ha reaccionado a la muerte del Papa Francisco lamentándola, por supuesto, pero deseando que su sucesor defienda “con más certeza y sin medias tintas” el mensaje de la Iglesia. Pero si había algo que me gustaba del lamentablemente fallecido pontífice era precisamente su aire poco dogmático, evidente sobre todo en sus formas y más sutil en el fondo. Que, por ejemplo, fuera capaz de proclamar con la evangélica frase “¿Quién soy yo para juzgarte?” su comprensión y acogida a los homosexuales, tradicionalmente condenados sin medias tintas por la doctrina oficial de la Iglesia católica, muestra ese talante conciliador que tantas veces ha faltado a los partidarios de amenazar con el fuego eterno a los que dudan.
Este Papa era todo lo contrario del dedo acusador hacia los diferentes, que sin embargo alzaba sin dudar contra el odio a los inmigrantes o en sus críticas a la ideología neoliberal capitalista que deja a tanta gente al borde del camino. Se ha dicho muchas veces durante su pontificado que Francisco gustaba más a los ateos y agnósticos que a los tradicionales seguidores de la fe cristiana. Bueno, pues tengo que reconocer que ese es tal vez mi caso.
Me gustó mucho que nada más llegar prescindiera de tanto abalorio dorado y que se fuera a vivir a un modesto (para los estándares vaticanos) apartamento, así como la cercanía que ha mostrado siempre ante los medios de comunicación, su preocupación por los verdaderos perseguidos de nuestra civilización actual, es decir los desplazados y migrantes, tan repudiados por muchos de los que se dicen seguidores de la fe cristiana. Se dirá que muchas de sus decisiones no pasaban de ser simbólicas, pero no ignoremos la importancia de los símbolos en una institución como la Iglesia.
Me temo que muchos se alegrarán como nunca lo habían hecho ante la muerte de un Papa, y más temor me produce aún, a mí que soy más bien ateo, que lo que pueda venir siga la tendencia universal de instalar en el poder a otro más de los asertivos e iluminados líderes actuales, esos convencidos de llevar siempre la razón. Espero que el Espíritu Santo opte esta vez, de nuevo, por un Papa que dude antes que por uno de esos que se creen que en verdad en verdad son la voz de Dios en la Tierra.
También te puede interesar
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Propaganda hilarante
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Saltar
Quizás
Mikel Lejarza
¿Para qué sirve la TV pública?
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡España va como un cañón!
Lo último