Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Tribuna libre

antonio L. Muñoz /

Los niños bajo el paraguas del Parque Genovés

PASEAR por el Parque Genovés es un regalo para los sentidos. El agua se hace presente a cada paso regalándonos unos minutos de sosiego y tranquilidad. Decía Octavio Paz refiriéndose a Antonio Machado que su poesía era palabra viva en el tiempo y que las más de las veces la expresaba en un continuo diálogo con el agua. Esto ocurre en nuestro Parque Genovés, donde una pequeña fuente, nos traslada a una historia de amor ocurrida en las postrimerías del siglo XVIII. Bernardin de Saint Pierre, botánico y escritor rousseauniano fue autor de una de las novelas más decisivas del prerromanticismo europeo: Paul et Virginie. Se editó en Francia en 1788 y conoció un gran éxito a lo largo del siglo del siglo XIX.

La obra trata del amor imposible de dos adolescentes que vivieron juntos desde la infancia en el exotismo de la naturaleza salvaje de Isla Mauricio (antigua colonia francesa). No obstante, el entorno social y el mundo exterior se entrometieron en sus vidas y la joven marchó a estudiar a Francia. Años más tarde, decidió volver a la isla para reunirse con Pablo, pero el Saint-Géran, velero en el que viajaba, nunca llegaría a puerto, naufragando tras una fuerte tormenta. En la bahía de Tumbeaux apareció el cadáver de la joven y dos meses más tarde murió Pablo, siendo enterrado junto a su amada en la iglesia de Pamplemousses, donde los cercanos arrecifes y el rumor de las olas parecen llorar el triste destino de los jóvenes amantes. Bernardin de Saint Pierre, como hombre de su tiempo, escribió la novela en el contexto histórico del Siglo de las Luces, cuando en Francia hacían furor los ideales de la Enciclopedia, de Rousseau y de la Historia Natural. En realidad, la obra es una reflexión sobre la naturaleza, el amor puro, la búsqueda de la sociedad perfecta… Valores que se desarrollarán con fuerza durante Romanticismo.

En nuestro Parque Genovés tenemos una muestra de esta novela tan decisiva en la historia de la literatura europea. Paul et Virginie son protagonistas de una preciosa fuente en la que parecen revivir su amor puro e inocente. La obra es un regalo hecho arte por su colorido casi pictórico que tiende a realzar la idea de una naturaleza bienhechora donde todavía es posible la felicidad. Los niños sonríen alegres y nuestro Parque Genovés se transforma, por unos momentos, en una pequeña y peculiar Isla Mauricio.

La fuente perteneció a la familia Aramburu y estuvo ubicada en el patio central de la casa de la Plaza de San Antonio. A principios del siglo XX parte del interior de este bello palacio isabelino fue remodelado en estilo modernista por Cabrera Latorre. El nuevo espacio arquitectónico hizo imposible la convivencia de la escalera Art Nouveau con la obra escultórica, hecho que contribuyó a que fuese regalada por la familia a la ciudad de Cádiz. De igual modo, se creyó que la fuente de los niños fue obra de Mariano Benlliure, quizás por su parecido con otra del escultor valenciano que estuvo en la pared del Baluarte de la Candelaria y, presa del vandalismo, desapareció de nuestro paisaje urbano desde mediados de la década de los años setenta del pasado siglo.

Arte y literatura se unen en nuestros niños del Parque Genovés en una de las historias que más influyeron en el siglo XIX europeo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios