Estoy convencida de no ser la única impactada por el cierre de Nissan (con la generosa pedrea de Alcoa). Sobre todo porque nosotros sabemos bien, pero que muy bien, con décadas de diferencia, lo que supone esa masacre. Esos 3000 empleos borrados, que son 20.000, que pasan de caries a flemón enquistado. Que hablamos de engullir una ciudad de tamaño medio, como ocurrió aquí cuando jibarizaron la industria de la Bahía. Que después de una de estas no te levantas como no te frían a descargas de reanimación y te transplanten el corazón de un caballo de carreras. Que nada de tirar de pagas durante años, mientras se salta de promesa en promesa, de entelequia en entelequia. Un drama de corte gaditano en mitad de Barcelona. Ojalá fuera una realidad esa de la transición ecológica, de una reindustrialización a partir de básicos, de todo aquello que vamos a necesitar, que va a ser mucho. Ojalá haya opción de aprovecharlo.

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