En tránsito
Eduardo Jordá
¿Por qué?
Curiosamente, los 10 Mandamientos te conminan a no desear los bienes ajenos pero no dicen nada acerca de no desear el mal. Legitimados en primera instancia. El buen Dios conocía a sus criaturas. Desear el mal ajeno es mi contribución a la cuota de mezquindad en esta coronacrisis. Desear un mal ajeno con un sentido del rencor un poco ridículo, lo reconozco: por ejemplo, que alguien se pase una semana comiendo bulbos de tulipán antes de sentarse a negociar un Plan Marshall europeo. Pero también deseo el mal a nivel macro: que esas cifras de paro históricas en Austria, en Estados Unidos, se contagien a otros países. Es un impulso idiota y suicida, lo sé, pero estoy harta de entrar en la piñata del cerdito, a la que todos muelen a palos. Que, ya que viene, la ola sea igual para todos y no haya excusas, que haya que resolver el desastre sin miradas de suficiencia, discursos condescendientes ni libras de carne de por medio.
También te puede interesar
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Por qué?
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Ussía, del humor a la ira
La colmena
Magdalena Trillo
No me llames vieja
La ciudad y los días
Carlos Colón
La reconquista de lo amable
Lo último