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El certero golpe policial contra el narcotráfico esta semana, en La Línea, se ha saldado con la detención del mayor capo del hachís, Antonio Tejón 'El Castañita'. Su arresto fue de película, porque para darle caza, tras 19 meses de búsqueda, participaron cien agentes en una operación espectacular. Hasta ahora, el fugado siempre lograba escapar, gracias a la protección de su red y de decenas de terceros no fichados por los investigadores, que reventaban todos los dispositivos. Las autoridades calculan que unas tres mil personas, aproximadamente, viven del negocio de la droga en la comarca del Campo de Gibraltar. Y cabría preguntarse por qué consiguen los narcos imponer su ley en la calle y encontrar tanto respeto, como para que El Castañita pasara inadvertido en su ciudad, con la Policía tratando de atraparlo. ¿Cómo una comarca tan privilegiada por la naturaleza y con una posición tan envidiable llega a ser sometida al imperio del hachís?

La detención del Castañita ha respondido a una paciente investigación tras su sinuosa pista, pero también puede entenderse como un irónico aviso a navegantes, una lección cautelar, que nos advierte de que todo puede empeorar y mucho en la lucha contra los narcos, si las autoridades no se unen para despejar el horizonte de una comarca tan deprimida. La industria de la droga ofrece trabajo fácil y dinero en abundancia. Hay que insistir. Y los traficantes no encontrarían tanta empatía si todas las administraciones trazaran una estrategia integral contra el desempleo y la desigualdad, en la zona más señalada por la tasa del paro y la renta más baja del país. Las autoridades ya saben que no bastará sólo con la fuerza para ganar esta batalla. La ausencia de oportunidades es la mejor de las excusas para abonar el terreno del narcotráfico. Los propios vecinos, de hecho, son los primeros que sufren en su entorno que la clase dirigente no responde y abandona sus posiciones. Esto se traduce en que el número de jóvenes que se marcha a estudiar fuera, incluso desde el bachillerato, va en aumento, un dato directamente proporcional a las ofertas de trabajo que se rechazan en la zona desde el exterior. Como está dicho, estamos ante un problema social que requiere de unidad de acción desde todos los ámbitos políticos para erradicarlo. Las administraciones tendrían que coordinarse como las fuerzas del orden. La presión ejercida por los cuerpos de seguridad del Estado es tan efectiva en el Campo de Gibraltar, que los narcos ya organizan rutas alternativas lo mismo hacia Huelva que hacia la Janda que adonde haga falta. Este viernes se intervinieron cerca de 1.200 kilos de hachís en Jerez, y el jueves otras tres toneladas rumbo a Chiclana. Los investigadores están más cerca que antes de ganarles la partida. Pero para luchar en igualdad de condiciones, dado su capacidad y sus métodos tan violentos, necesitan más medios técnicos y recursos humanos. La operación contra El Castañita ha sido un éxito, pero a esta hora lo más probable es que ya haya otro capo en su lugar. Ahora es el momento de asestarle al narcotráfico el golpe definitivo. Antes de que se zafe de la presión. Antes, por ejemplo, de que decidan trasladar todo el negocio y la logística al país vecino y todo se complique mucho más.

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