Manual de disidencia
Ignacio Martínez
El Rey predica en el desierto
No tengo idea de cuál será la estrategia de Vox para aprovechar la gran influencia que han recibido de las urnas en Extremadura. La que sea importa mucho porque es previsible que en las sucesivas elecciones autonómicas y en las generales nos encontremos con aritméticas parecidas. Los últimos movimientos del PP me hacen sospechar que ellos han comprendido que Abascal no tiene un especial interés en entrar en los gobiernos regionales. Y, por tanto, ahora están retándole a entrar cuando hasta hace nada se negaban todos en redondo.
Yo siempre he defendido que para Vox es mejor entrar, así que, inopinadamente, me encuentro concordando con los populares. Mis razones las he explicado varias veces: normalización democrática, responsabilidad de un área de gestión, formación de mandos intermedios, contacto directo con los administrados y control de toda la cadena de valor del proceso político.
Las razones del PP para invitarlos no son las mismas, ni mucho menos. Pero me han permitido entender mejor (a contrario sensu) las probables razones de Vox para preferir los pactos desde fuera. Estando dentro de una ejecutiva, te solidarizas con la acción del conjunto, con lo que bloqueas la crítica. Por otra parte, al ser responsable de un área, la influencia de Vox se concentra en esa especialidad. Se crea una especie de limitación compartimental.
Sin entrar, negocias cada norma y cada partida del presupuesto, así que tu influencia es transversal y, encima, aséptica. No compartes la responsabilidad del ejecutivo y puedes forzarlo, por un lado, y criticarlo, por otro; a la vez. Poco a poco el PP va cayendo en la cuenta de lo rentable que le resultó a Vox bajarse de los gobiernos autonómicos. Feijóo parece que aún no, pero aumentan los que quieren ahora otorgarles (o arrearles) algunas consejerías.
Para mí, sopesando pros y contras, entrar en los gobiernos tiene más pros, además del de poder largarse con todo el eco mediático de un portazo institucional para denunciar la deriva o los incumplimientos del socio, en cuanto incumpla. Pero también veo lo bueno de quedarse fuera. Estoy, pues, en un estado feliz, navideño, conforme. Todo lo que no sea regalar los votos de Vox –que no va a pasar– terminará resultando muy interesante, tanto si reclaman consejerías como si negocian a distancia.
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