Inesperadamente racistas

15 de julio 2025 - 03:04

En esta semana en la que hemos visto que, una vez agotados los calificativos, el PP ha empleado el que le faltaba, el de chuloputas, a Pedro Sánchez, hemos tenido también que oír la enésima burrada de Vox, proponiendo la deportación de ocho millones de personas extranjeras o hijos de extranjeros, algo tan disparatado que ellos mismos han tenido que matizar, aunque sea a su manera.

Podemos soportar que un partido, y sus dirigentes claramente fascistas, realicen proclamas xenófobas, pero lo que resulta todo un choque para mi inteligencia media es comprobar cómo tienen detrás a millones de españoles, y subiendo según las encuestas. Se podrá decir que no hay tantos racistas en nuestro país, o que tanta gente no puede haberse convertido de pronto en esa especie despreciable de humanos, pero la evidencia es así de triste. Descubrimos de pronto a vecinos, parientes y conocidos inesperadamente racistas, de tal manera que nos parece estar rodeados.

Esa gran cantidad de gente que repite consignas y proclamas como si los hubieran aleccionado. Ellos dicen que no son racistas, naturalmente, que no están en contra de la inmigración, sino de que “vengan a robar”, pero relacionan convencidos la entrada de extranjeros con el aumento de la delincuencia; nos animan a calcular lo que cuesta al año acoger a un menor; se escandalizan con que los extranjeros reciben más ‘paguitas’ que los españoles; aseguran que ya hay demasiados y que pronto serán más que ‘nosotros’.

Los quieren “integrados” sin especificar muy bien en qué consiste eso ni en cómo se controla. Si habrá que hacer pruebas de limpieza de sangre, obligarlos a comer cerdo, hacerles examen por si saben rezar el Credo, o bajarles los pantalones para ver si son circuncisos. Gente a la que considerabas reflexiva, inesperadamente te sueltan que magrebíes o subsaharianos están subiendo las tasas de violadores, o que da miedo cruzar ciertas plazas. Naturalmente, no se preguntan por qué ciertos barrios en grandes ciudades europeas “parecen África”.

Los españoles, y toda Europa, arrastramos un largo historial de colonización, lo que significa entrar en países lejanos y diferentes sin papeles, sin respetar las costumbres locales, y, por supuesto, con intención de robar. Y ahora, inesperadamente, parecemos haber descubierto que miles de personas se arriesgan cada año a cruzar aguas mortales, solos o con su familia a cuestas, para venir a robar, violar y asaltar comercios a nuestro país. No parece muy bien pensado, aunque motivos no les faltarían desde luego.

stats