Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
Su propio afán
A veces alguien me para en la calle y se extraña (o me riñe) porque, siendo yo de derechas, critique al PP. Quedo perplejo: no es una contradicción, sino un motivo. Obsérvese la ristra de adjetivos con la que Rajoy ensalza a Juanma Moreno: "abierto, dialogante, centrado y moderno". Juanma no es "de derechas", mucho menos "conservador", ni "liberal" siquiera. Es guay; y está en su derecho; pero, entonces, ¿qué esperan? Sobran sobreentendidos en esta exigencia de militancia que a uno le plantan a cada paso. A uno y al conjunto del electorado conservador. Incluso si hubiese un partido con el que un columnista tuviese afinidad auténtica, criticarlo sería parte de su deber profesional. Y esa parte es el único partidismo que vale. Lo más que uno puede hacer con este PP que sube los impuestos, sostiene la ley del aborto, no reduce el tamaño de la administración, blandea con los terroristas, no embrida a las autonomías y nos espanta con Podemos, es juzgarlo con distancia e ironía, como a un partido socialdemócrata más. Reconociéndole, con sorpresa y alivio, lo que haga bien.
Por tanto, es una satisfacción poder defender algo al alcalde de Tomares, al que se acusa de haber pagado un dinerito a un asesor, que ahora es concejal, por informes de una frase. Tendría que leer esos supuestos informes detenidamente -lo que no me llevaría mucho- para poder juzgar si hablamos de un justiprecio o un timo. Pero protesto enérgicamente de la asunción de que una sola línea no pueda valer una fortuna. Qué prejuicio cuantitativo. Las frases no se valoran al peso ni a bulto, sino por su calidad, finura, inteligencia. Por irnos a los extremos, ¿un discurso interminable de Nicolás Maduro importa más que una respuesta afilada de Winston Churchill?
Las máximas clásicas han cruzado los siglos. Y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna revolucionaron la literatura en español y han pintado sonrisas en el rostro de millones de lectores: ¿cuánto vale eso? Hay versos de JRJ de oro. Y, para que nadie diga que me escabullo de la política, algunos aforismos retratan una sociedad o desenmascaran una ideología. Esta única frase de Nicolás Gómez Dávila, merece el precio de cualquiera de esos supuestos informes tomareños: "El pueblo no elige a quien lo cura, sino a quien lo droga". Ahí tienen un análisis perfecto (en una línea) de "Podemos". Ya sólo queda dejarse de espantajos, y buscar el antídoto.
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