NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Tal día como hoy, pero de hace 50 años, echó a andar la Marcha Verde, esa manifestación ambulante de chilabas y babuchas que promovió la administración norteamericana para afianzar la monarquía de Hassan II, entonces amenazada por los aires revolucionarios que soplaban desde Argelia y Moscú, y que tuvo como víctima la soberanía del Sáhara Occidental y el honor de una España vergozante que abandonaba una de sus provincias africanas. Franco tenía gripe, además de otros muchos males que a la postre iban a acabar con su vida al cabo de un mes, y ya no asistía a los Consejos de Ministros. Estados Unidos conocía al detalle hasta dónde llegaba el deterioro físico del dictador y, en ese tránsito, presionó para una salida negociada de del Sáhara, sin proceso de descolonización y sin dar la palabra a los saharauis, los acuerdos tripartitos de Madrid se firmaron el 14 de noviembre, seis días antes del fallecimiento.
A lo largo del mes de noviembre, “el equipo médico habitual” fue relatando con tecnicismos el desenlace biológico del caudillo, que no anticipaba el final del régimen, porque la Transición no estaba escrita en ningún testamento ni diseñada en la pizarra de un catedrático, todo estaba por hacer, tanto que el rey Juan Carlos I heredó como presidente del Gobierno a Carlos Arias Navarro, uno de los componentes del búnker del Pardo. Estados Unidos vigilaba, y ni quería otra Argelia en Marruecos ni otro Portugal en España, la Revolución de los Claveles había actuado como un antídoto contra rupturas que pudieran ser lideradas por la izquierda.
Pero lo que hubo al cabo de los dos años de la muerte de Franco no fue sólo una reforma, sino una ruptura pactada, se legalizó al Partido Comunista, a otras formaciones republicanas, se aprobó una Constitución con gobiernos autonómicos para tres comunidades y Adolfo Suárez se presentó a unas segundas elecciones generales en contra de quienes le habían propuesto como primer presidente democrático. Esto último, la autonomía de Suárez, tuvo mucho que ver con el intento de golpe de Estado del 23 de Febrero.
¿Una celebración para el 20-N? Más bien cabría conmemorar el desarrollo posterior, pero el PP entrará como un toro sin picar a este nuevo engaño que tan bien le ha colocado este maestro del capote llamado Pedro Sánchez.
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