AHORA toca la exégesis de la rueda de prensa del Presidente del Gobierno. Los periódicos desde ayer mismo, pocos minutos después de finalizar su comparecencia ante los medios tras finalizar el Consejo de Ministro, no dejan de publicar sesudos análisis sobre cada palabra y cada tono utilizado por el Presidente. El resumen de la intervención se cifra sólo en dos frases. El Gobierno hará cumplir la ley y la solución de los problemas del país se llama Mariano Rajoy. Realmente no hay mucho más que decir. El pasado reciente, según el Presidente, está trufado de evidencias de que el Gobierno es la garantía del cumplimiento de la ley y de que los problemas creados por otros sólo se resuelven si él y su partido continúan al frente de la nave llamada España. Por otro lado, si hubiera alguien que desconfiara de esta solución, sólo tiene que recordar quienes fueron los que nos llevaron a esta situación qué han hecho algunos de los recién llegados (Podemos) en países como Grecia. En fin, no parece haber escapatoria. Según el Presidente no hay más solución que la previsibilidad que representa alguien que como él no tiene ocurrencias y siempre hace lo que debe. Según este prontuario, no hay margen para otras políticas. Es al Gobierno al primero que no le gustan muchas de las medidas que se ve obligado a tomar. Son los errores del pasado y las circunstancias presentes las que le obligan a ir contra sus principios y escarnecer a quienes quisiera favorecer. Subir los sueldos públicos el 1% y las pensiones el 0,25% después de los recortes sufridos estos años le duele más a Montoro y a Rajoy que a los destinatarios de tales medidas. La casualidad ha querido que coincidan estas medidas con más del 100% de crecimiento de los beneficios del BBVA o Telefónica y también ha querido que coincidan estas medidas con el período pre-electoral que se abre ahora. Todo parece ser fruto del azar. Lo grave es que algunas de las medidas tomadas por el Gobierno hoy mismo tienen un tufo electoralista que es difícil no oler.

Pero en medio de tanta coincidencia sospechosa, el Presidente ha hecho una afirmación enfática que le va a producir más réditos electorales que todas sus paupérrimas medidas económicas: "No habrá elecciones plebiscitarias en Cataluña porque lo prohíbe la ley". No creo que esto deje definitivamente tranquilo a nadie, pero desde luego es mucho más que lo que hemos oído estos meses sobre un asunto tan grave para el futuro de todos.

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