Con la venia
Fernando Santiago
Zambombá
Hoy arranca el Adviento, aunque Sánchez esté en Cuaresma. Los demás, a poca devoción navideña que tengamos, y casi todos la tenemos, deberíamos cuidar este tiempo fuerte del año litúrgico.
El filósofo Higinio Marín ha explicado que el ánimo, como el corazón, tiene sístoles y diástoles, y que nada favorece más un banquete que la abstinencia previa. Sin embargo, como la Navidad nos gusta tanto, nos ponemos a celebrarla cuarenta días antes. El resultado es que llegamos a la Nochebuena ahítos, que rima con hartitos. El orden devocional antiguo, que ponía cuarenta días antes de la fiesta como tiempo para el ayuno, la limosna y el examen de conciencia, sabía lo que se hacía. Además de cuidar del alma, que eso ahora mismo no nos atañe a los efectos de este artículo por lo civil, resguardaba la explosión de júbilo de la Nochebuena. ¿No iban a darle (después de cuarenta días) con ganas a la pandereta?
Compensaría aplazar la recompensa, si no por devoción, por tacticismo. Dejar los polvorones para su momento. Quizá quepa hacer una excepción en las comidas de empresa, porque ahí la mortificación viene de fábrica. Ésas están muy bien en Adviento. Me preocupa tanto el asunto, que pensé dedicarle el villancico que escribo cada año para felicitar a los amigos: “Celebrar la Navidad / sin cruzar por el Adviento / es de pastor opulento / que se ríe –andad, andad– / de los de su vecindad, / y echa roncando la noche: / Ya iré yo si acaso en coche. / Mas sin desvelo no hay danza, / ni sin espera, esperanza, / ni sin pobreza, derroche”. De villancico no vale, porque uno no va a dar guerra (ni cultural) a la vera de la cuna del Niño. Escribiré otro. Pero sí vale como capitel churrigueresco de esta columna reivindicativa.
El respetable adelanta la Navidad por el vacío que provoca la falta de ritos y trascendencia. Por eso yo soy un firme partidario del rito propio del Adviento: la Corona Hispánica. Ya saben, ese rosco (¡no de Reyes!) con cinco velas de distintos colores litúrgicos que se encienden y celebran cada domingo de Adviento. ¿Cinco? Sí, porque la azul, que los españoles tenemos el privilegio de añadir, se enciende el día de la Inmaculada, que es un codomingo por todo lo alto. He aquí un rito para este tiempo que no interfiere con la Navidad ni la sofoca. La prepara.
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