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Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

El día D de después

UNA anónima explicación pseudopsicocientífica sostiene que cuanto más cuesta conseguir un trabajo menos se trabaja después, convencido el triunfador de que ya hizo bastante para sacarse la plaza (si es una oposición) o para ascender (si es una empresa privada). El subconsciente es muy oscuro (es lo que tiene) y no digo yo que no se establezca en algunos casos esa relación inversamente proporcional. Lo que sí pediría encarecidamente es que no fuese el caso del próximo gobierno de España, habida cuenta de lo que les está costando montarlo.

A pensar en el día D de después deberían reservar todos los actores políticos mínimo una hora al día. No vayan a gastar todas sus energías en cerrar acuerdos complejísimos y cuando se encuentren al mando estén ya exhaustos, amarrados de pies y manos por compromisos contradictorios y sin proyecto alguno porque el único proyecto era llegar allí como fuese. Se va imponiendo poco a poco, parece, la certeza de que triunfará la autodenominada Alternativa de Progreso.

Pues que se preparen porque, si fuera el caso, vendrían a tomar, en efecto, la alternativa: la alternativa con picadores. La Unión Europea ya ha avisado (y quien avisa no es traidor) que a España le queda casi una decena de miles de millones de euros por recortar. Y los pactos, me sospecho, se harán pensando en la alegría de gastar. Pero donde no hay harina todo es mohína.

Y esa mohína sería el menor de los problemas. La Alternativa (con picadores) de Progreso tendría al enemigo en casa. Podemos y PSOE luchan por el mismo espacio político: la hegemonía de la izquierda. Su gobierno fortalecería electoralmente a Ciudadanos y al PP en sus respectivos cuarteles del invierno, pero entre ellos, dentro del mismo gabinete, se verían las caras. El magnífico aforismo de S.J. Lec ("La política: carreras de caballos de Troya") jamás se habría visto tan realizado.

Los gobiernos autonómicos de izquierdas, que son bastantes y, entre ellos, el andaluz, se encontrarían con un problema sobrevenido: la falta de sparring. Echarle la culpa de todo al gobierno central ha desviado mucho malestar y mucha responsabilidad. Cuando la administración, aunque descentralizada, es monocolor, hay menos contraste. Los conflictos devienen en hemorragias internas.

La impresión que dan es que la gran preocupación y el gran esfuerzo están ahora en fraguar ese pacto de izquierdas. Cuando fragüe, se pondrá duro.

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