Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
Su propio afán
PARA escribir sobre Susana Díaz, estuve documentándome arduamente sobre Daenerys Targaryen, La Que No Arde, Madre de Dragones y Rompedora de Cadenas. Así, en la página de Wikipedia, encontré un dato curioso. Su "destinador" era el ansia de venganza. Mucho más que ese afán vengativo (que es el destinador, por cierto, de tres cuartas partes o más de los personajes de Juego de tronos), me sorprendió el concepto.
Tras otra investigación, me enteré (en Wikipedia) de que "el destinador es la fuerza que mueve al sujeto a cumplir su objetivo". La semiótica literaria ha estudiado a fondo esta categoría, por lo visto. Me parece, humildemente, una soberbia simpleza, y, por tanto, la entiendo muy bien. Sin duda, ayudará mucho al narrador a no hacerse un lío con sus personajes saber qué mueve a cada cual, a modo de etiqueta. Se le impone una coherencia a cada protagonista, que previene que el escritor perpetre pifias psicológicas de bulto. Y facilita el trabajo del crítico. El fallo está en que el personaje se encorseta y se aleja de la vida. Y se acerca a la alegoría, donde cada pieza funciona como trasunto mecánico de alguna abstracción. La novela debe aspirar a estar cerca de la intrincada realidad y sus personajes tendrían que ser tan complejos, contradictorios, profundos y sorprendentes como cualquier ser humano.
¿Por qué le dedico, entonces, una columna al destinador? Porque pienso que, en cambio, para nosotros podría tener mucha utilidad como herramienta de autoconocimiento, si la semiótica nos lo presta. Al revés que la novela, nosotros necesitamos simplicidad. ¿Cuál es nuestro destinador? Lo normal es que no tengamos ni idea o, en el mejor de los casos, un desordenado ramillete de destinadores difusos. La cuestión, con su pulido esquematismo, nos planta ante un espejo.
Un espejo que desconcierta; igual que, en una primera lectura, descoloca el haiku de Shiki: "¿Mi biografía?/ Me gustaba aquel haiku,/ el de los caquis". Pero enseguida se ve que el haiku cumple la misma función que el destinador, sólo que mirando al pasado. Resumir la propia vida en algo concreto (para Shiki un intenso sentimiento estético) la dota de sentido y coherencia. Yo ya intenté lo de Shiki: "¿Mi biografía?/ Qué tensa espera/ de la muerte y de más". Y ahora, ¿cuál es mi destinador? La venganza del ansia, tal vez: esta constante desazón por una tranquilidad eterna. Y usted, ¿sabe el suyo?
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