Con la venia
Fernando Santiago
Zambombá
Amediados del XIX el progreso llegaba a las ciudades con el tren, símbolo de progreso, influidos por los ingleses que lo fueron instalando en todo el mundo. A finales del siglo XX Cádiz estaba unido con Madrid por tres trenes: el Rápido que viajaba de noche con 12 horas de trayecto, paradas en todas las estaciones, lleno de soldados y marineros que hacían la mili, de gente que vendía por los vagones o en las estaciones, el Expreso, que también tardaba 12 horas solo que por la mañana, y el Talgo que tardaba ocho horas con el recorrido por la tarde. Durante mucho tiempo salía también El Catalán, que después de 18 horas o así te llevaba a Barcelona. En el 92 se inauguró el AVE, con una sola línea en toda España que unía Sevilla con Madrid. Don Carlos juró en arameo que iba a llegar a Cádiz, el Masa dijo “el AVE llegará a Cádiz cuando se quede sin frenos”. Han pasado más de 33 años de aquello y no está ni se le espera, dudo que llegue jamás a la Bahía de Cádiz, no porque desde Jerez a la capital haya muchas paradas y muchas curvas, sino porque no hay interés en que ocurra. Hay AVE a Málaga, a Córdoba, a Granada, se proyecta el de Huelva, en Cádiz nos tenemos que conformar con el Alvia o como se llame, que tiene garantizado el retraso pero RENFE se niega a cumplir la ley aprobada en el Congreso que obligaría a volver al régimen tarifario de hace más de un año. Dice el inefable Oscar Puente que si cumple la ley la empresa pública estaría en inferioridad de condiciones que sus competidoras, cosa sorprendente porque uno, en su ingenuidad, siempre pensó que los ciudadanos deberían cumplir la ley, más todavía los cargos y las empresas públicas pero por lo que se ve, es potestativo del Gobierno cumplir lo que acuerde el Parlamento. Mientras tanto el Alvia llega siempre con retraso, de media hora en adelante. No se pone mayor frecuencia porque dicen que no hay trenes o maquinistas, ni llegan las empresas competidoras Ouigo e Iryo. No sabía yo que el papel de las empresas públicas consistía en competir con empresas privadas al precio que sea, incluido no cumplir las leyes. Este país cada día es más raro. Oscar Puente dice que no va a cumplir la ley y nadie se escandaliza. Mientras tanto es tarea imposible conseguir billetes en los trenes de media distancia porque desde que son gratis el personal reserva de manera preventiva. Vamos echar de menos el tiempo en el que viajábamos sin asiento en el Rápido, toda la noche de pie en el pasillo como si fuera una película tipo “Extraños en un tren” o más propio del Transiberiano.
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