Ni el ayer escrito

Su propio afán

26 de abril 2025 - 03:05

Este aviso de Machado es clave: “No está el mañana –ni el ayer– escrito”. Lo del mañana, salvo que uno crea en el karma o en la predestinación, cae de suyo: nos lo labraremos día a día. Más novedad tiene lo del pasado, que casi todos consideran inamovible: “Lo que pasó, pasó”. No, así no pasa. Rige, más bien, el aviso luminoso y verdadero, o sea, esperanzado, de Emilio Gavilanes: “Todavía estás a tiempo de ser feliz aquellos días”.

La explicación es fácil. Imaginad una novia que, al dejarte, te devasta el corazón. Pasas unos meses en el infierno como un romántico de novela o, aún peor, de telenovela. Pero luego te enamoras de alguien que te quiere más y mejor. Y miras a aquella ruptura con alivio, con alegría, con ilusión. Reescrita. Ocurre siempre: un bello final toda la vida transfigura.

Las posibilidades son, en consecuencia, gozosas y múltiples; y ahora cabe aplicar esta teoría al papado de Francisco. Me comenta Carmen Oteo, nuestra indispensable columnista, que está disfrutando de lo lindo del altísimo nivel literario de los obituarios y análisis, tan variados y, en general, tan diplomáticamente polémicos. Tiene razón. Late en el fondo un afán finísimo por hacerse con “el relato”, que no es fácil ni lineal, y que está en el alero, como la pelota de tenis de la película Match Point. Sería absurdo atribuir a articulistas inteligentes ambiciones más allá de aclararse ellos mismos, pero la opinión común que se imponga, tendrá trascendencia hasta para el cónclave.

Para el mañana que no está escrito, claro; y, sobre todo, para el ayer, que tampoco termina de estar escrito. A estas alturas, el más inquieto con su resultado debe de ser el Papa Francisco. De cómo resulte su papado ante la historia va a ser más responsable el próximo Santo Padre que él mismo. Han quedado temas abiertos, se ha amagado bastante, se han sugerido direcciones, algunas excelentes, otras contrapuestas, etc. El nuevo Papa hará un trabajo de selección, de reafirmación de aciertos o no, de reestructuración de otras, de cierre de algunas…

Pasó y pasa (y pasará) con el Concilio Vaticano II. Su sentido depende de su aplicación. Cuando se abusa en su nombre, parece un error. En cambio, la hermenéutica de la continuidad, que lo lee a la luz del Depósito de la fe y de la Tradición, lo convierte en un hito luminoso. El paso de Francisco por el papado se escribirá en los próximos años. Le deseamos lo mejor.

stats