Con la venia

Fernando / Santiago

Sexo, droga y tres por cuatro

17 de enero 2015 - 01:00

UN fantasma recorre Cádiz: el puritanismo. La gente parece asustarse porque una empresa use como reclamo para vender plazas de autobús con destino al carnaval el alcohol y el sexo. Me malicio yo que lo que molesta es el sexo, más que nada por envidia de quienes no pueden gozar de tal oportunidad. No hay ninguna duda de que el Casco Antiguo se convierte en el botellón de Andalucía el sábado por la noche y que Cádiz amanece el domingo como una gran letrina. Pero la solución pasa por poner más retretes, más bidones de basura y educar a la gente. No se puede impedir que una empresa regale botellas de ron. Menos aún preservativos, que los regala la administración en campañas periódicas. El póntelo pónselo gaditano que esta empresa llama "preservativo feliz" : supongo que más que nada por las expectativas que genera aunque dudo que la mayoría lleguen siquiera a usarlo. Tengo para mí que los hay que tienen guardados preservativos vendidos por el Cubanito que deben estar ya apulgaraos y no han llegado nunca a salir del paquete. Esos mismos se escandalizan ahora del preservativo feliz. Los estudiosos podrán contar que el origen remoto del carnaval son las bacanales romanas que se hacían en honor del dios Baco. Así que esta empresa no hace otra cosa que continuar con una tradición milenaria.

¿Qué hacemos?¿impedimos que se repartan preservativos?¿se declara la Ley Seca en Cádiz? Otra opción es que el escandalizado Antonio de María decrete la apertura de todos los retretes de HORECA para el público en general, sean o no sean clientes de sus establecimientos. Con eso retirábamos de las calles muchas micciones y haríamos de Cádiz una ciudad con mejor olor durante el carnaval. Puede que en agradecimiento al alivio de la vejiga algún ciudadano se decida a encargar su cubata al establecimiento que gentilmente le ha permitido el uso del servicio. Qué sabe nadie. Es verdad que hace décadas las calles de Cádiz durante el carnaval estaban cubiertas de papelillos y serpentinas y ahora lo están de cristales rotos, vasos y bolsas de plástico. El signo de los tiempos. Esos mismos que convierten Cádiz en un estercolero son nuestros hijos, a los que no hemos sabido educar. Pero ya digo que el problema grande para la mayoría es el preservativo con lo que lleva de promesa de desenfreno. Sobre todo para los que no tocan pelo desde poco después de que llegaran a Cádiz los fenicios.

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