Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Cuarto de Muestras

Poesía

La poesía está más hecha de silencios que de reconocimientos

La otra tarde leí que era el día de la poesía. Me extrañó porque la poesía está más hecha de silencios que de reconocimientos. Silencio y soledad de quien la escribe para conseguir escuchar su propia voz, silencio y soledad de quien la lee para reconocerse en ella, sabedor de que es un acto tan íntimo como mirarse desnudo en un espejo; casi una revelación en ambos casos. La poesía suele andar a su aire y está en todas partes y en ninguna, como cualquier misterio. Yo no sé quién decide dedicarle un día a esto o a aquello ni las razones que se esgrimen para que todo un día del año se consagre a una determinada causa, pero, en el caso de la poesía, es causa inútil porque siempre ha sido cosa de unos pocos. Seguro que antes de terminar este primer párrafo alguno de mis fieles lectores me habrá abandonado. Uf, se va a poner poética, qué horror, pensará más de uno.

Tengo amigos cultísimos y buenos lectores que no pueden con la poesía. Se justifican alegando que no la entienden, nunca sé lo que quiere decir, rematan. Siempre contesto lo mismo, si no se entiende es que no es poesía. Si un poema necesita ser explicado es que no tiene emoción porque las emociones se sienten, no se razonan ni se explican. Me gusta recurrir a Antonio Machado porque es un poeta que, aunque sea por el colegio, todo el mundo ha leído o escuchado alguna vez en su vida. La mayoría te dice que sí, que a Machado lo entiende y, enseguida se excusan, pero poco más. No me pongas más ejemplos que no la entiendo, replican zanjando la cuestión.

Por eso, dedicarle un día a la poesía me sorprende más que si se lo dedicaran a la llave Allen, que ha convertido a muchos en montadores de muebles. Somos pocos los lectores de poesía, pocos los que la compramos, los que la necesitamos tanto como tomar una copa o dar un largo paseo. Ni tan siquiera provocará alegría en los poetas, la mayoría ajenos no ya al calendario oficial de "día del año de…" sino al propio día en que viven, torpes en sus afanes diarios, dueños de un tiempo sin tiempo, detenidos en el amor y en la muerte, sobrecogidos por la naturaleza, encallados en su mirada herida de estupor, entregando su vida al desengaño de un poema que nunca verán perfecto.

Dedicar un día a la poesía es pretender que todos descubramos que no existen certezas, que sólo el silencio habla. Para qué.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios