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Pedir perdón a la Historia

El gobierno catalán destinó varios millones a la restauración de un monasterio y el veto a los catalanes desapareció

Acuenta de la exigencia de perdón que el presidente mexicano ha hecho a España por los excesos y el supuesto genocidio durante la conquista de hace 500 años me ha venido a la mente una historia sólo un poco más antigua. El Monte Athos, también conocido como Monte Sagrado, es una especie de principado religioso dentro de la República griega. Allí, en uno de los dedos de la península Calcídica, en la histórica Macedonia, los monjes ortodoxos mandan e imponen sus leyes entre una veintena de preciosos e impresionantes monasterios bizantinos. Una de las más llamativas normas de este mágico lugar que algún día visitaré es que no pueden entrar mujeres, y ni siquiera animales hembra con excepción de las útiles gatas y las alimenticias gallinas. Sólo 100 personas pueden entrar al día en esta estrecha península, y de ellas sólo 10 que no sean ortodoxos. Pero esta excepción discriminatoria tenía una vertiente aún más curiosa: durante más de setecientos años, no se permitió el paso a los catalanes.

La prohibición tenía, como en el caso de México, un origen histórico de agravio. De forma muy resumida: en el siglo XIV un grupo de mercenarios aragoneses y catalanes conocido como los Almogávares se hicieron famosos en el Imperio Bizantino al mando de Roger de Flor, combatiendo a los otomanos a las órdenes del emperador. Pero su creciente poder y sus excesos en saqueos y motines hicieron que el monarca griego ordenara asesinar a su líder durante un banquete. La reacción de los mercenarios fue lo que se conoce desde entonces como "la Venganza catalana": se hicieron más fuertes y arrasaron sanguinaria y violentamente Tracia y Macedonia. La "venganza catalana" con sus matanzas y sus saqueos también llegó a los monasterios del Monte Athos, y sus moradores, como buena parte de los Balcanes, no la han podido olvidar. Desde entonces, el acceso de los catalanes estaba prohibido.

La situación se resolvió en 2005, y de manera muy 'catalana'. Años antes, la Generalitat se enteró de manera casual de esta prohibición y decidió actuar. Tras muchas conversaciones, que no sé si incluyeron la petición de perdón, el gobierno autónomo destinó varios cientos de miles de euros a la restauración de uno de los monasterios y el veto desapareció inmediatamente. Desde entonces, los monjes han ampliado su natural hospitalidad a los procedentes de la comunidad autónoma española. Así que incluso los más profundos agravios históricos tienen un precio: qué desilusión.

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